Pese a que los maíces denominados QPM de alto contenido de proteína han demostrado su elevada calidad nutritiva y representan una opción para mejorar la alimentación de la población nacional, cuya dieta está basada en el maíz, su adopción es todavía muy baja, reconoce Genesan Srinivasan.

El director del Programa de Maíz del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, CIMMyT, destaca que en consecuencia, lejos de disminuir, la producción de este cultivo en México debe tender a incrementarse pues forma parte de la cultura, la dieta y la historia de la población.

La adopción de los maíces denominados QPM es fundamental para la seguridad alimentaria de muchos campesinos, en especial de aquellos que la siembran para autoconsumo y que tienen pocas opciones de acceso a otros productos alimenticios como carne y leche.

El funcionario del CIMMyT asegura que regiones de nuestro país con producciones marginales de este cereal cuentan con potencial para elevar sus rendimientos y con ello incluso afrontar la competencia cada vez más abierta que se tiene con granos importados.

El promedio de producción de maíz por hectárea es de 2.5 toneladas, pero regiones de Yucatán, Chiapas, de la costa de Pacífico y otras tienen potencial mucho más elevado, asegura Srinisivan.

Explica que el CIMMyT, que cumple 35 años este mes de septiembre, tiene los materiales disponibles de alto rendimiento y de alta calidad de proteína ya que su misión es desarrollar germoplasma de maíz y trigo para México y el mundo con una orientación particular hacia los países subdesarrollados.

En este centro han trabajado científicos como Norman Bourlaug, quien obtuvo el Premio Nóbel de la Paz en 1970 por desarrollar trigos que sirvieron para atenuar el hambre en Asia y a quien se le conoce como el padre de la Revolución Verde en México, allí también trabajó la mexicana Evangelina Villegas y el hindú Surinder K. Vasal, a quienes se atribuye haber incorporado condiciones adecuadas de rendimiento y consistencia a maíz con un alto contenido de proteína denominado QPM, por el cual obtuvieron el Premio Mundial de Alimentación 2000.

Genesan Srinivasan explica que el CIMMyT se enfoca a desarrollar variedades e híbridos que atiendan las necesidades de los campesinos pobres, ubicados en zonas de difícil acceso, con predios minifundistas y con condiciones agroclimáticas difíciles, como la sequía.

Una de sus líneas iniciada desde 1984, es la generación de semillas para valles altos y aquí su enfoque especial es México, “En todo el mundo existen 6 millones de hectáreas de valles altos y de éstos, tres millones están en México, son zonas con problemas de acceso, son productores de pequeña escala y con bajos rendimientos, de unas dos toneladas por ha.

Destacó que a pesar de que existen estos materiales, los productores han tenido un acceso limitado, tan sólo el 10 por ciento de los valles altos ubicados en EU y México están utilizando las variedades desarrolladas por el CIMMyT, en parte porque a lo largo del mundo organismos gubernamentales como el INIFAP se han debilitado financieramente y ello limita su capacidad para transferir la tecnología posteriormente a los agricultores.

Genesan Srinivasan destacó que del total de la producción maicera del mundo, de más de 600 millones de toneladas, tan sólo 11 por ciento (70 millones) entran a la exportación-importación, lo cual indica que la mayor parte del cereal se produce para consumo propio de los países y por ello, aunque el comercio se liberalice y tenga efecto negativo en los precios, los agricultores no dejaran de sembrarlo; por el contrario, lo fomentarán como una forma de seguridad alimentaria.

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