Variedades

Entre las medidas de protección fitosanitaria para lograr plantas sanas y una buena cosecha destaca la realización de una prueba de laboratorio para descartar la presencia de enfermedades transmisibles por semilla y la elección del proveedor de ésta es un factor clave para lograr buenos resultados por los diferentes niveles de calidad que se ofertan. Entre las variedades más comunes en plaza destacan: Titán, Tehuacán, San Juanito, Morado Plus, Santo Tomás, Divino, Monarca, Querétaro, Orizaba, Hidalgo y muchas otras cuyas características son muy similares entre sí.

El ciclo del cultivo desde siembra a cosecha va desde 95 hasta 120 días, dependiendo de la variedad y la fecha de siembra.

Siembra

El período autorizado comprende del 1 de septiembre a 31 de diciembre y se distinguen principalmente tres períodos: tempranos, intermedios y tardíos. Del 1 de septiembre al 15 de octubre; del 16 de octubre al 30 de noviembre y del 1 al 30 de diciembre. Las siembras tempranas son de mayor riesgo por las altas temperaturas que llegan a dañar a la planta al punto de asfixiarla; el segundo es del óptimo en cuanto a rendimientos y el último tiene mayores problemas por incidencia de plagas y enfermedades al final del ciclo, en la etapa previa a fructificación y cosecha.

Las siembras muy tempranas tienen también mayor riesgo de daño por virosis.

En siembra directa se usa 1.0 libras de semilla por hectárea, sobre suelo húmedo a profundidad de 2 a 3 pulgadas y en surcos separados de 1.60 a 1.80 m.

Al utilizar sembradoras de precisión, es posible obtener una buena población utilizando únicamente 250 a 300 gramos de semilla por hectárea.

La población ideal es de 5 a 6 plantas por metro; es decir, de 28 a 30 mil plantas por hectárea. Si el pronóstico es alta incidencia de vectores de virus, aumente un 20% la población de plantas para eliminar las plantas que sean afectadas por la enfermedad.

Otra opción es la siembra de tomatillo a distancia entre surcos de 1.0 metros, lo que permite incrementar la población total de plantas a 40 mil por hectárea, en una densidad de 3.5 por metro y una ganancia en rendimiento de hasta 35% respecto a método tradicional.

Por otro lado, el tratamiento de la semilla en agua clorada ayuda a eliminar la mayoría de los patógenos.

El procedimiento es introducir la semilla durante 10 minutos en un depósito de 50 litros al que se le agrega un litro de cloro comercial. Después del tratamiento la semilla debe lavarse con agua hasta que elimine el olor a cloro. Es recomendable aplicar a la semilla un fungicida antes de la siembra.

Control de malezas

En fechas intermedias y tardías y cuando el índice de precipitación es elevado, se requiere mantener un programa de control de malas hierbas.

Si la siembra se realiza en seco, se recomienda aplicar herbicida en banda de 30 cm sobre el lomo del surco, utilizando 1 lt de Premerlín ó 4 litros de Prefar 480 E o 2lt de Debrinol 240 E.

En siembras en húmedo la labor de escarificación que se realiza después del riego de asiento ayuda a eliminar la maleza recién emergida, pero solo mantiene limpio el cultivo durante las primeras dos semanas, requiriéndose después el control mecánico con paso de cultivadora y con deshierbes manuales.

El exceso de maleza en las primeras etapas del cultivo retrasa su desarrollo y puede facilitar la proliferación de plagas, especialmente chupadores que transmiten enfermedades virales.

Aclareo

Debe realizarse cuando las plantas tengan de 3 a 4 hojas verdaderas. Se recomienda a los 25-30 días para dejar entre 5 a 6 plantas por metro.

Riegos

Para siembras en seco y después de la aplicación del herbicida, se recomienda aplicar el primer riego para germinación a trasporo y ligero.

Inmediatamente después del desahije debe realizarse el primer cultivo y el cierre de la fertilización y enseguida aplicar el primer riego de auxilio y los siguientes riegos en función de las necesidades del cultivo.

En total, dependiendo de las condiciones de clima, tipo de suelo y del ciclo vegetativo de la variedad, pueden requerirse de 4 a 6 riegos de auxilio muy ligeros.

Para un eficiente manejo del riego, los surcos no deben exceder de 50 metros.

Fertilización

En presiembra, es aconsejable aplicar una dosis de 90 a 100 unidades de nitrógeno, 100 de fósforo, 90 de potasio y 15 de magnesio.

Debe darse una segunda fertilización cuando la planta tenga de 25 a 30 centímetros de altura, aproximadamente 45-50 días de la emergencia, una vez realizado el aclareo y antes del inicio de la floración. De manera convencional se sugiere aplicar 50 kgs. de nitrógeno y 75 de potasio.

En la etapa de floración es conveniente una aplicación de fertilizante foliar con elementos mayores y menores, además de un regulador hormonal.

Para dar peso y consistencia al fruto, unos 15 días antes del corte puede aplicarse un foliar a base de fósforo y potasio, en dosis de 3 a 5 kgs por hectárea. Se pueden lograr buenos resultados aplicando 100 kgs de amoníaco por hectárea en el riego previo al primer corte.

Plagas

Entre las principales plagas destacan:

Minador de la hoja Liriomyza trifolii. En algunas temporadas la incidencia de esta plaga se incrementa considerablemente, por la eliminación de los enemigos naturales que en condiciones normales mantienen reguladas sus poblaciones, debido a la aplicación temprana de insecticidas sintéticos de amplio espectro. En esta situación, la plaga causa severas defoliaciones y con ello la actividad fotosintética de las plantas, y finalmente afecta el rendimiento, a menos que se controle con insecticidas específicos.

La población del minador de la hoja se evalúa colocando debajo de las plantas, charolas de plástico impregnadas con alguna sustancia pegajosa (aceite, grasa o pegamento entomológico) que permita que las prepupas y/o pupas queden adheridas al dejarse caer para pupar en el suelo. El número de minadores se contabiliza semanalmente y se obtiene el promedio diario. Las medidas de control químico se recomiendan al obtener 20 ejemplares en promedio por día y se observe un 20% de follaje dañado.

Gusano soldado Spodoptera exigua. Esta plaga es un insecto difícil de controlar, y se encuentra durante gran parte del ciclo vegetativo del cultivo. El cambio del gusano soldado a plaga principal se debe al repetido empleo de plaguicidas, por la selección de poblaciones resistentes a los insecticidas que se utilizan para su control.

Al monitorear se buscan en el follaje dañado semanalmente y/o con trampas con feromonas. El muestreo consiste en inspeccionar plantas completas para detectar masas de huevecillos y larvas.

El empleo de insecticidas se recomienda al encontrar dos o más larvas por metro lineal y que la incidencia de enemigos naturales sea inferior al 30% con relación a la plaga. La etapa crítica de daño es durante la fructificación, aunque altas poblaciones en etapa de plántula pueden ocasionar daños considerables al cultivo, retrasando su desarrollo.

Gusano del fruto Helicoverpa zea y Heliothis virescens. Daña directamente el producto a cosechar y frecuentemente rebasa el umbral económico de daño. Las fechas tardías generalmente son más atacadas.

Se recomienda monitorear las poblaciones de adultos a partir de la última semana de febrero para detectar la presencia de huevecillos. Para el monitoreo de adultos es posible recurrir a trampas con feromona, sin embargo, puede no ser viable por el costo de la misma y debido a que poblaciones de adultos de lotes vecinos son atraídos al cultivo de interés y no todas las palomillas pueden ser capturadas en las trampas.

Las primeras poblaciones del gusano de la cápsula se pueden encontrar en el cultivo a partir del mes de enero, pero se incrementa decididamente durante el mes de marzo, alrededor de la segunda semana. Durante enero y febrero las temperaturas frías y los enemigos naturales mantienen la población baja.

El muestreo se recomienda en ocho a 10 sitios del terreno, distribuidos regularmente en 10 hectáreas del cultivo, inspeccionando varias plantas completas en cada sitio, tres o más. En la inspección de huevecillos es importante diferenciar aquellos que estén parasitados.

Las liberaciones de tricograma y crisopa se recomiendan a partir de la última semana de febrero cuando se observen las primeras oviposturas de la plaga; antes de la mitad de febrero los insectos benéficos no prosperan adecuadamente, por las condiciones climáticas (el frio) y la falta de alimento (la plaga). Se sugiere liberar alrededor de 20 pulgadas cuadradas/ha de tricograma al inicio e incrementarlas hasta 30 o más de acuerdo con el desarrollo del cultivo y la abundancia de la plaga, de preferencia, en dos ocasiones por semana; en el caso de crisopa se recomienda liberar alrededor de 10 mil huevecillos por hectárea.

La aspersión de insecticidas se sugiere cuando se encuentren varios huevecillos viables por planta y/o las primeras larvas dañando frutos. Al igual que para el gusano soldado, los insecticidas recomendados en primera instancia son los biológicos a base de Bacillus thuringiensis como el Dipel® y el Biobit®, a razón de 1.0 kg/ha y el baculovirus NPV zea (Gemstar®) a la dosis sugerida por el fabricante, cuando se encuentren larvas pequeñas de tercer instar y menores.

Entre los insecticidas sintéticos se pueden emplear el diflubenzuron (Dimilin®), el clorpirifos (Lorsban®), la cyalotrina (Karate®), el metomil (Lanate®), el clorfenapyr (Sunfire®), el benzoato de ememectina (Proclaim®) y el metamidofos (Tamaron®) entre otros, a la dosis indicada en la etiqueta.

Trips amarillo Frankliniella spp. El trips amarillo daña al cultivo al raspar el tejido de las partes de crecimiento de las plantas para luego succionar la savia; sin embargo, su mayor importancia se debe a la transmisión del virus permanente del tomate, que se sospecha transmite también en tomatillo.

El monitoreo de trips se realiza sacudiendo los puntos de crecimiento de las plantas, botones y flores, sobre una superficie blanca, en donde contrasten fácilmente. Sin embargo, el monitoreo, así como diferentes medidas de control, no son de ayuda cuando el insecto es portador de virus fitopatógenos; en este caso lo más importante es detectar el arribo de la poblaci6n colonizante mediante trampas amarillas pegajosas instaladas en los márgenes del cultivo, como se recomienda para la Mosca Blanca.

Son de gran ayuda las barreras trampa vivas. Surcos o hileras de plantas como el sorgo forrajero, maíz y otros se pueden utilizar como barreras que limiten el arribo de la plaga al cultivo; se deben establecer con tiempo anticipado al trasplante o siembra de la hortaliza. Es necesario que la barrera viva tenga para entonces una altura alrededor de 1.0 m y debe circundar la superficie del cultivo, pero sobretodo se requiere por el o los márgenes por donde arriban los vientos dominantes.

El establecimiento de plásticos de color azul con pegamento entomológico en los márgenes de la superficie del cultivo es una forma de trampa de impactación, donde este tipo de insectos son atrapados. Además, funciona como herramienta de muestreo, ya que en estas barreras podemos observar por donde arriba la población plaga.

El malation ha sido uno de los insecticidas convencionales más efectivo para el control del trips amarillo, pero frecuentemente la variación entre sus poblaciones hace inconsistente el efecto del control químico. Afortunadamente el uso de insecticidas nuevos, incluyendo jabones y productos orgánicos como el extracto de nim, han ayudado a obtener un manejo adecuado de la plaga.

Tambien se recomienda el empleo del entomopatógeno Paecilomyces lilacinus (Lila-Sin®).

Pulgones o afidos Myzus persicae. Es la especie más importante por ser transmisora de más de 100 tipos de virus. Las poblaciones de áfidos se pueden detectar en el tomatillo a partir de que las temperaturas bajan en noviembre, pero es a partir de la segunda quincena de febrero en que se a incrementan y en mayo presenta los picos poblacionales más altos.

Por su baja capacidad de movilidad de las formas ápteras, es muy fácil detectar las poblaciones de pulgones que se presentan formando colonias en manchones en la superficie del cultivo. Se presenta inicialmente por los márgenes del cultivo, por donde provienen los vientos dominantes y/ o donde se encuentran plantas hospederas silvestres o cultivadas. Lo más importante es detectar el arribo de la población colonizante mediante trampas amarillas pegajosas ubicadas en los márgenes del cultivo.

Los pulgones o áfidos cuentan con decenas de enemigos naturales que ayudan a reducir sus poblaciones en la región. Los más importantes son la avispita lisiflebus Aphidius testaceipes, las catarinitas Hippodamia convergens y Cycloneda sanguinea, las larvas de moscas sirfides (varias especies) y las crisopas Chrysoperla rufilabris, Ch. comanche, Ch. externa y Ch. carnea. Dentro de los entomopatógenos, los mas comunes son Verticillium lecanii (Verti-Sin®) y Entomopthora virulenta (Vektor®).

Dado que los pulgones transmiten virus de estilete (no circulativos), se recomienda realizar aplicaciones de aceites insecticidas (Saf-T-Side®) preventivas o en el momento del arribo de la plaga, cuando se detecten los primeros pulgones alados en las trampas amarillas; el aceite forma una película delgada en la superficie de las plantas y las partículas virales quedan atrapadas en el aceite, en el momento en que el insecto introduce el estilete para alimentarse. El aceite puede utilizarse en las plantas de las barreras vivas o del cultivo trampa. En siembra indirecta se recomienda tratar las plantas antes del trasplante con insecticidas sistémicos (Confidor®, Actara® o Clutch®) y/o usarlos en el sistema de riego.

Picudo o barrenador del tomatillo Trichobaris mucorea. Este insecto se ha convertido en una plaga importante del tomatillo desde fines de los años 90, y origina daños hasta del 70% de plantas marchitas. El hospedero silvestre preferido del barrenador del tomatillo es el toloache, que se desarrolla en los terrenos baldíos y bordos de drenes próximos a cultivos de tomatillo, principalmente en suelos de aluvión. La migración del barrenador ocurre principalmente en diciembre y en mayo de plantas de toloache y de cultivos de papa, por lo que éstas se deben eliminar en la periferia y dentro de la superficie del cultivo, y quemar las plantas. No establecer el tomatillo próximo a campos en donde se establecieron cultivos de papa. Emplear trampas amarillas con pegamento para atrapar adultos. Las plantas afectadas con el barrenador que contengan larvas, deben ser arrancadas y calcinadas.

Hacer aplicaciones de insecticidas al momento de detectar adultos en trampas amarillas pegajosas y/o en flores de las plantas, con productos como endosulfan (Tiodan®), malation (J’valation®), clorpirifos (Lorsban®) o cyflutrina (Baytroid®) en mezcla con J’veta-Sin®, de acuerdo a la dosis indicada por el fabricante.

Enfermedades

La virosis constituye el principal factor que limita la producción del tomatillo. La enfermedad es transmitida principalmente por áfidos y mosca blanca. Estos insectos se combaten con insecticidas, que comúnmente son ineficientes, sobre todo cuando los cultivos se establecen en fechas muy tempranas o tardías, en las que proliferan dichos vectores.

La secadera, causada por un complejo de hongos del suelo, entre los que predominan Fusarium solani y F. oxysporum, es la segunda enfermedad en importancia, debido a que los materiales comerciales de tomatillo son muy sensibles a este complejo de hongos y porque el manejo de la enfermedad es difícil con los métodos culturales y químicos.

La cenicilla, causada por el hongo Oidium sp., es una de las enfermedades más comunes en la etapa de fructificación y corte del tomatillo. Su ataque disminuye el rendimiento y la calidad de la cosecha hasta 50%.

Los síntomas de esta enfermedad se aprecian en hojas, tallos, pecíolos y en la cáscara de los frutos; al inicio se presentan manchas pequeñas de color verde pálido, rápidamente se desarrollan y muestran una capa polvorienta de color blanco harinoso, este es el síntoma característico de la enfermedad. Las manchas polvorientas corresponden al parásito que crece en abundancia sobre la superficie del tejido infectado, al que llega a cubrir por completo. Además, las hojas se secan o se desprenden prematuramente, mientras que los frutos son de menor tamaño y de calidad inferior.

El hongo se disemina por el aire y es más severo cuando ocurren temperaturas de 20-30° C y con una humedad relativa de aproximadamente 80%; aunque una humedad de 60-70% es suficiente para que se presenten daños importantes.

Para prevenir la enfermedad se recomienda eliminar la maleza y residuos de las calabazas de verano; evitar en lo posible, la siembra de tomatillo en vecindad a plantaciones de cucurbitáceas que estén dañadas por cenicilla. Se debe mantener la nutrición equilibrada, procurando sobre todo evitar el exceso de nitrógeno, para disminuir la susceptibilidad de las plantas al parásito.

Al detectar los primeros síntomas y cuando las condiciones ambientales sean favorables, se pueden aplicar fungicidas a base de azufre (Sultron 725®, 2.5-3.0 l/ha); myclobutanil (Rally AZ®, 1.5-2.5 l/ha), myclobutanil + Azufre (Rally 40 W®, 0.114-0.228 kg/ha); folpet (Folpan 80 WP®, 2.5-3.0 kg/ha), entre otros.

Cosecha

Al concluir el primer corte se recomienda la aplicación de clorotalonil más azufre para contrarrestar los problemas de enfermedades. Simultáneamente es conveniente aplicar Foltron plus (10-20-5) más elementos menores como folisisteina y ácido húmico.

La aplicación de fertilizantes foliares es especialmente útil en este período porque permite un mejor amarre de flores y desarrollo de los frutos para el segundo corte.

Después del primer corte riegue y aplique un fertilizante líquido a base de nitrógeno activado, para 12 a 15 días después realizar el segundo corte, aplicando fungicidas sistémicos o de contacto según sean las condiciones de clima y posibilidades de ocurrencia de enfermedades.

Destrucción de la soca

Para evitar que su cultivo se convierta en hospedera de plagas y enfermedades, debe destruirlo a más tardar una semana después del último corte.