Preparación del terreno
Preparar una buena cama de siembra facilita la nacencia, favorece el desarrollo vigoroso de la planta, se tiene un mejor aprovechamiento del agua y se eliminan organismos dañinos, con lo cual el cultivo pueda manifestar al máximo su potencial de rendimiento. Para ello se deben efectuar las siguientes actividades: Subsoleo, barbecho, rastreo, nivelación o fresneo.
Variedades
Las variedades que se sugieren por la calidad de su fibra y potencial de rendimiento se indican en Cuadro 1.
Cuadro 1. Características agronómicas y calidad de fibra de las variedades de algodón que se sugieren para la región de Delicias, Chihuahua.
1 Porcentaje cosechado a primera pizca.
2 Miles de libras por pulgada cuadrada.
3 Índice de micronaire.
* Tienen el gen Bollgard que les confiere protección contra gusanos bellotero y rosado.
Al utilizar cualquier variedad transgénica es requisito sembrar en los extremos del predio un 20% con variedad convencional, en la cual se dará un control químico de plagas normal, o un 4% sin uso de insecticidas. Lo anterior con el objetivo de proporcionar un refugio a los insectos para que no desarrollen resistencia al gen Bollgard.
Epoca de siembra
La fecha de siembra en que se tienen los mejores rendimientos está considerada entre el 1º y 30 de abril, comprendiendo su periodo óptimo del 10 al 20 del mismo mes. Las siembras de fines de marzo y principios de abril tienen la ventaja de adelantar el ciclo, de tal manera que es posible disminuir considerablemente el daño de picudo y ahorrarse la última aplicación de insecticida dirigida contra esta plaga; sin embargo, corre el riesgo de ser afectadas por marchitez temprana o “damping off”, debido a la ocurrencia de temperaturas bajas y humedad en el suelo, lo cual se puede amortiguar con buena nivelación del terreno y escardas cuando la planta emerge. En siembras posteriores al periodo óptimo, los rendimientos disminuyen por el ataque de plagas, ya que la planta las enfrenta en sus etapas más susceptibles.
Método de siembra
Se sugiere realizar la siembra en húmedo o “a tierra venida”, ya que se reduce significativamente la infestación de maleza, debido a que las hierbas que germinan con el riego de presiembra son eliminadas con la labor de “arrope”, que se lleva a cabo antes de la siembra con el fin de conservar la humedad y facilitar la emergencia de las plantas. En seco es un método alternativo cuando la fecha de siembra se ha retrasado, pero sin la ventaja que tiene la siembra en húmedo. La semilla debe depositarse a una profundidad de 5 cm, en camellones con separación de 70 a 100 cm., dependiendo esto último del tipo de máquina pizcadora disponible.
Densidad de siembra
Se pueden sembrar de 20 a 25 Kg. por hectárea, o de 30 a 35 Kg., con semilla que debe de tener un mínimo de 80% de germinación.
Población de plantas
La densidad de población varía desde 50 mil a 140 mil plantas por hectárea. En el Cuadro 2 se indica la cantidad de plantas por metro lineal a diferentes espacios entre camellones para lograr la población deseada. El aclareo o “deshaije” se sugiere realizar cuando la planta tenga una altura de 7 a 10 cm., lo cual sucede aproximadamente de los 20 a los 30 días después de la siembra. Si ésta se lleva a cabo con sembradora de precisión, se debe considerar el mínimo de 80% de germinación; de tal manera que para lograr una población de 100 mil plantas por hectárea (8 plantas por metro en camellones a 80 cm.), es necesario establecer 125 mil semillas por hectárea, es decir un 25% adicional de semillas al número de plantas deseadas. Con este tipo de siembra es posible tener un ahorro entre 4 y 15 Kg. de semilla por hectárea, dependiendo de la población y variedad elegida, ya que DP-20, DP-5409, SG-125, DP-5415, NuCOTN 33B, NuCOTN 35B y DP-90 tienen en promedio 11 550, 10 750, 10 450, 13 000, 12 200, 10 350 y 10 450 semillas por kilogramo, respectivamente.
Cuadro 2. Población de plantas por hectárea (miles) a diferente espaciamiento entre camellones y plantas por metro lineal.
Riegos
Se sugiere dar de cuatro a cinco riegos de auxilio, aplicándolos de acuerdo a las fases fenológicas de mayor demanda de agua por el cultivo: inicio de floración, máxima producción de botones florales, máxima producción de bellotas e inicio de capullos; eventos que se presentan alrededor de los 65, 85, 105 y 130 días después de la siembra, respectivamente.
El calendario de riego puede variar de acuerdo al tipo de suelo y estado del tiempo que prevalezca durante el ciclo del cultivo, principalmente temperatura y precipitación pluvial en los meses de julio y agosto. El riego de presiembra debe ser de 20 cm. de lámina y los de auxilio de 15 cm.
Fertilización
De acuerdo con la textura del suelo, el cultivo anterior y la fertilización que se haya dado en este último, se sugieren las dosis que aparecen en el Cuadro 3. En suelos ligeros aplicar la mitad del nitrógeno y todo el fósforo al momento del camelloneo o de la siembra, depositando el producto a no menos de 5 cm. por debajo del lugar en que quede la semilla; el resto del nitrógeno se aplica a la misma profundidad a un lado de la hilera de plantas inmediatamente antes del primer riego de auxilio. En suelos medios y pesados se aplica todo el nitrógeno y el fósforo al momento del camelloneo o de la siembra, de la manera ya indicada.
Cuadro 3. Fórmulas de fertilización* para algodonero de acuerdo con la textura del suelo y el cultivo anterior
*Expresado en kilogramos de nitrógeno, fósforo y potasio (N-P-K) por hectárea.
Labores de cultivo
El periodo crítico por incidencia de malezas está comprendido entre los 30 y 75 días después de la emergencia del algodón. Además, éstas al desarrollarse y fructificar ocasionan daños indirectos al dificultar la cosecha y/o contaminar la fibra, por ello es importante realizar durante este periodo un eficiente control de la maleza. Las especies más importantes, por su grado de infestación y distribución son: verdolaga Portulaca oleracea, retama Flaveria trinervia, rosetilla Cenchrus incertus, correhuela Ipomoea purpurea, quelite Amaranthus spp., zacate de agua Echinochloa sp., zacate pegarropa Setaria sp., gordolobo Helianthus annus, tomatillo Physallis ixocarpa y quesito Anoda cristata.
El control de la maleza se puede realizar por varios métodos: mecánico, manual, químico y/o la combinación de éstos (control integral).
Control mecánico y manual. La labor de “arrope” que se realiza antes de la siembra en húmedo reduce significativamente la población de maleza presente en el terreno. Por otra parte, un cultivo y un deshierbe manual ligero antes del primero y segundo riego de auxilio son suficientes para mantener libre de maleza al cultivo durante el periodo crítico de competencia.
Control químico. Cuando se tiene el antecedente de que el terreno se encuentra muy infestado y/o el control mecánico y manual resultan ineficientes y caros, queda como alternativa el uso del control químico, para lo cual se deben tener las precauciones suficientes en cuanto a deriva a otros cultivos susceptibles, la forma y época de aplicación, y la residualidad en los suelos.
En el Cuadro 4 se presentan los productos comerciales así como las dosis por hectárea, época y método de aplicación para el control de las especies de maleza que se presentan en algodonero. La dosis del herbicida debe mezclarse con 200 a 400 litros de agua por hectárea en aplicación terrestre, o un mínimo de 50 litros en aplicación aérea.
Cuadro 4. Principales malas hierbas que se presentan en algodonero, producto comercial, dosis, época y método de aplicación para su control
Plagas
La plaga principal en este cultivo es el picudo Anthonomus grandis; sin embargo, en los últimos años se ha intensificado la presencia y daño de gusano rosado Pectinophora gossypiella, aparentemente debido a las condiciones de sequía que han prevalecido. Insectos de menor importancia son gusano bellotero Heliothis zea y Heliothis virescens, conchuela o chinche apestosa Nezara viridula, Euschistus servus y Chlorochroa ligata, pulgón Aphis gossypii, mosca blanca Bemisia tabaci y Bemisia argentifolii,y ocasionalmente araña roja Tetranychus sp.
En el Cuadro 5 se indican los productos comerciales, dosis por hectárea y época de aplicación para su control.
Cuadro 5. Principales plagas que atacan al algodonero, plaguicidas, dosis y época de aplicación para su control.
En aplicación terrestre el producto debe mezclarse con 200 a 400 litros de agua por hectárea; en aplicación aérea con un mínimo de 50 litros.
A continuación se da una descripción general sobre la apariencia, biología y hábitos de estos insectos.
Picudo. Considerando que el control químico sólo es efectivo cuando se dirige a los adultos, se tienen buenos resultados al eliminar con insecticida a los picudos de origen invernante cuando estén depositando los primeros huevecillos de la temporada, repitiendo esta actividad cada 330 unidades calor >12 ºC (cantidad de calor necesaria para completar el ciclo biológico), con lo que se eliminan los adultos de cada generación al momento en que inician el daño por oviposición. Debido a que los invernantes no llegan al cultivo en forma conjunta, ocurre un “traslape de generaciones”, por lo que es necesario dar dos aplicaciones de insecticida por generación (se presentan de tres a cuatro por ciclo) en un intervalo de 44 unidades calor (calor requerido entre la salida del adulto de los cuadros y la deposición de los primeros huevecillos).
Para detectar los primeros huevecillos de la temporada, se sugiere revisar cuando menos 100 cuadros susceptibles por predio de 10 ha, colectados a 30 m de toda su periferia, tres veces por semana.
Gusano rosado. Al nacer las larvas son casi cristalinas e inmediatamente penetran a la fructificación; en cuadros producen flores “roseteadas” y en bellotas producen una verruga y una mina característica en la pared interna; posteriormente van adquiriendo un color rosado más intenso y barrenan la fibra para alimentarse de las semillas. La pupación ocurre en un capullo sedoso en las bellotas dañadas o en el suelo.
El control biológico de esta plaga no es efectivo porque está expuesta a sus depredadores por un corto periodo de tiempo, además de que huevecillos y larvas recién nacidos se encuentran escondidos debajo del cáliz en la bellota.
El control químico va dirigido a los adultos, existiendo dos épocas críticas: en la aparición de primeras bellotas susceptibles (de 10 a 20 días de edad) y en la máxima densidad de bellotas, las cuales ocurren de las 1045 a 1146, y a las 1590 a 1691 unidades calor >12 ºC acumuladas a partir de la siembra, respectivamente; etapas en que es necesario intensificar los muestreos, los cuales consisten en revisar 100 bellotas susceptibles (esponjosas a la presión de los dedos pulgar e índice) colectadas en una línea diagonal a través del predio de 10 ha, o en cuatro o cinco sitios de muestreo.
Gusano bellotero. Los adultos de H. zea, especie predominante, tienen una envergadura de 3.5 a 4.0 cm, las alas anteriores son de color paja a verdoso o café claro, con una mancha oscura en el centro.
El seguimiento del programa de manejo de picudo permite realizar liberaciones de crisopa y tricograma, ya que entre cada generación de adultos de esta plaga transcurren alrededor de tres semanas. Se sugieren 10 mil huevecillos de crisopa y/o 10-12 pulgadas cuadradas de tricograma por hectárea por semana para el control de gusano bellotero, pulgón, mosca blanca y araña roja, y/o 10 a 12 pulgadas cuadradas de tricograma por hectárea por semana para el control de huevecillos de gusano bellotero. La liberación de estos organismos debe realizarse cuando se observen los primeros individuos de la plaga que se quiere controlar.
Enfermedades
Entre las enfermedades más importantes en esta región está la secadera temprana o “damping off”, la marchitez por verticilium, pudrición texana y la viruela del algodonero.
Secadera temprana. La ocasiona principalmente el hongo Rhizoctonia solani, aunque también pueden causarla algunas especies de Fusarium y Pythium.
Generalmente el daño ocurre en las primeras etapas del cultivo, sobre todo en siembras tempranas por las condiciones de baja temperatura (15 a 20 ºC) y alta humedad del suelo que se tiene al inicio del ciclo.
La semilla infectada se vuelve suave, adquiere una coloración café, se arruga y muere, lo cual ocasiona fallas en la emergencia.
Cuando la enfermedad ocurre después de la emergencia de la plántula, en el cuello de ésta aparecen lesiones hundidas de color café rojizo a oscuro, las cuales pueden circundar el tallo y matarla. En la parte superior, las hojas de las plántulas dañadas pueden presentar un color amarillento y si logran sobrevivir retrasan su desarrollo, maduración y su rendimiento es bajo.
Cuando la concentración del hongo en el suelo es muy alta, el tratamiento con fungicida no es suficiente para prevenir la enfermedad, por lo que se sugiere preparar bien el terreno de siembra, nivelar el suelo, sembrar en época óptima, utilizar semilla de buena calidad y tratada con uno o más fungicidas.
Marchitez por verticilium. Es causada por el hongo Verticillium dahliae y favorecida por alta humedad y temperaturas relativamente bajas (20 a 25 oC) en el suelo. La enfermedad se empieza a observar en forma aislada en el campo a partir del primer riego de auxilio y se generaliza entre el segundo y tercero.
Inicialmente las hojas presentan áreas amarillentas que se desarrollan entre las nervaduras y en los márgenes, posteriormente el tejido se seca y muere, mostrando la apariencia de quemaduras. Al hacer un corte transversal en la raíz y el tallo se observa una coloración café rojiza o jaspeado en la parte interna. Aunque las plantas enfermas pueden morir, lo más común es que sobreviva, en cuyo caso las hojas y las bellotas jóvenes se caen dejando el tallo y las ramas parcial o totalmente desnudas, de ahí su nombre de “encueradera”. Las bellotas cercanas a maduración pueden abrir prematuramente pero sus rendimientos son bajos.
Para reducir el número de plantas enfermas, se indica especialmente la siembra en altas poblaciones, la cual se logra cerrando la distancia entre hileras a 70 cm y dejando 9 plantas por metro. Además, es recomendable usar las prácticas culturales de control de secadera temprana, “desahijar” entre los 20 y 30 días después de la fecha de siembra, aplicar los riegos en el momento oportuno, fertilizar de acuerdo a las indicaciones técnicas y evitar la aplicación excesiva de nitrógeno.
Pudrición texana. Es causada por el hongo Phymatotrichum omnivorum, se presenta antes de finalizar el ciclo de cultivo durante los meses de julio y agosto. Su desarrollo es favorecido por las altas temperaturas (28 oC) y alta humedad del suelo. El patógeno puede estar presente en suelos recién abiertos al cultivo y al sembrarse algodonero, la enfermedad se convierte de inmediato en un problema.
Los síntomas pueden observarse individualmente o en grupos de plantas, como manchones en el campo.
En la parte superior, las plantas enfermas se ven flácidas, como si les faltara humedad, las hojas pierden su color verde intenso y se marchitan progresivamente hasta secarse por completo. Finalmente las plantas mueren y las hojas completamente secas quedan adheridas a las ramas. Las raíces atacadas presentan unos cordones miceliares de aspecto velloso y de color blanco cremoso, y bajo la corteza se aprecian lesiones de color café en forma largada.
Esta enfermedad es difícil de controlar, sin embargo se puede reducir su diseminación y daños mediante la aplicación de grandes cantidades de estiércol, en los manchones donde se encuentra el patógeno, incorporar abonos verdes al terreno, utilizar fertilizantes con residuo ácido como el sulfato de amonio, practicar en el terreno rotación de cultivos con gramíneas como trigo, maíz, avena y sorgo y no sembrar alfalfa en terrenos donde es común la siembra de algodonero.
Viruela. Es causada por el hongo Puccinia cacabata, el inóculo en forma de pústulas color café oscuro se encuentra en los pastos conocidos como navajita (Boutelova barbata) y agujita (B. aristidoides), que son considerados como vegetación nativa en la región. Del pasto, el patógeno pasa al algodonero cuando existen condiciones de humedad relativa alta (90 a 100%) y temperatura media de 18 a 20 oC durante 12 horas continuas o más, lo cual ocurre en años lluviosos con días nublados.
La enfermedad se observa principalmente en las hojas, pero afecta también tallos, cuadros y bellotas. Los primeros síntomas en las hojas empiezan a notarse a los cuatro o cinco días después de que se presentan las condiciones favorables para el desarrollo del hongo, consisten en pequeños puntos de color amarillo que van aumentando de tamaño hasta alcanzar un centímetro de diámetro y forman pústulas abultadas de color anaranjado; cuando la infección es en el tallo la lesión es alargada, lo que puede provocar que éste se rompa.
La manera más eficaz de prevenir la viruela es eliminando los pastos navajita y agujita, mediante la quema o pastoreo, para evitar la infección al algodonero. Además es conveniente mantenerse informado sobre los pronósticos de clima y ataque de la enfermedad que cada año emite el Subprograma de Sanidad Vegetal.
Cuando existan condiciones ambientales favorables para la enfermedad y el inóculo en los pastos sea viable, además de que el cultivo de algodonero tenga menos de 120 días, aplicar de manera preventiva los fungicidas Manzate D 80 o Zineb 80 en dosis de 2.0 kilogramos por hectárea. En caso de no haber aplicado fungicidas preventivos y ocurra la infección, se deberán utilizar fungicidas curativos; para esto es muy importante hacer la aplicación cuando se observen más de 40 pústulas por hoja y no pasen de un milímetro de diámetro en su tamaño, con algunos de estos productos: Saprol, Bayletón, Bayfidán 250 CE y Tilt 250 CE en dosis de 1.5, 1.0, 1.0 y 0.5 litros por hectárea, respectivamente.
Cosecha
Para realizar la cosecha se sugieren dos pizcas: la primera a los 25 días después de la aparición de los primeros capullos y la segunda 25 días después de la anterior. De la oportunidad con que se realice esta práctica, depende el evitar pérdidas en rendimiento y calidad de fibra.
Desvare
El desvare se debe efectuar inmediatamente después de la última pizca, con el fin de destruir las bellotas que no logran abrir y así eliminar los individuos de picudo y gusano rosado que invernan en ellas. Es aconsejable que posteriormente y durante una semana se permita la entrada de ganado, particularmente cabras, para que consuman bellotas que no fueron alcanzadas por la desvaradora. Inmediatamente después de lo anterior es conveniente iniciar con las labores de preparación del terreno hasta que el terreno quede barbechado, con lo cual se reduce aún más la población de insectos invernantes.