Preparación del terreno
Las labores de preparación del terreno se inician con un subsuelo (para remover las capas profundas sin voltearlas ni mezclarlas) para mejorar las condiciones de drenaje y aumentar la capacidad de almacenamiento de agua del suelo. Esta tarea es muy importante, pues favorece que sus raíces, las cuales son muy profundas, penetren con facilidad.
Se requieren de dos a tres rastreos para desmoronar los terrones en caso de que el terreno sea de textura arcillosa; posteriormente, se efectúa la nivelación y eliminar las malas hierbas existentes.
Variedades
Cuf-101, Excelente, Velluda peruana, Salino, Gexex 9890, Genex 9680, RUVA-1096, RUVA-1097 y RUVA1010.
Siembra
Los métodos de siembra son al voleo o con sembradoras específicas.
En regiones del norte-centro del estado de Sinaloa la siembra se realiza en ctubre y noviembre. La planta desarrolla su sistema radicular, almacena las reservas y, a partir de la primavera siguiente, la explotación está en un nivel alto de producción.
Se recomienda utilizar de 22 a 25 kilogramos de semilla por hectárea, para obtener una densidad y cobertura óptimas para el cultivo. Si la semilla de la cual se dispone es peletizada, se requieren de 45 a 50 kg de semilla por hectárea para una buena cobertura.
La profundidad de la siembra depende del tipo de suelo: en terrenos pesados la profundidad comprende entre 1 y 1.25 cm, mientras que en terrenos ligeros o arenosos, ésta no debe superar los 2.5 cm.
Riegos
La cantidad de agua aplicada está en función de la capacidad de retención del agua por el suelo, de la eficiencia del sistema de riego y de la profundidad de las raíces. En primavera, la demanda de agua es elevada y en invierno es escasa; las pérdidas de agua son excesivas sólo durante los períodos en que las tasas de evaporación son altas y las tasas de crecimiento son bajas. En las áreas de riego y en los meses de marzo-junio, en definitiva, el riego proporciona seguridad para una producción de heno o pasto durante la estación seca. La alfalfa requiere la administración hídrica de forma fraccionada, ya que sus necesidades varían a lo largo del ciclo productivo. En caso de riego por inundación, el aporte de agua es de 1000 metros cúbicos por hectárea (m3/ha); mientras que en riego por aspersión es de 880 m3/ha.
Fertilización
Se aplicará una fertilización nitrogenada al voleo o mediante la incorporación del fertilizante en el último paso de rastra con anterioridad a la siembra, ya que es muy importante para el crecimiento de la planta y es esencial para la nodulación.
La presencia de manganeso y aluminio reduce el crecimiento de las plantas, lo cual afecta de modo negativo el desarrollo de las raíces. Estos microelementos pueden ser incorporados en los riegos mediante fertilizantes líquidos o granulados, según su disposición en el mercado local. Entre el fósforo y el aluminio se produce una interacción negativa: la presencia de aluminio libre en el suelo disminuye la cantidad de fósforo disponible.
Nitrógeno
En condiciones óptimas de cultivo, cuando el potencial de hidrógeno (p H ) no es muy ácido y no existe déficit de algún elemento esencial, la alfalfa obtiene el nitrógeno (N) por las bacterias de sus nódulos. Sin embargo, durante el estado vegetativo de las plántulas, éstas requieren nitrógeno del suelo hasta que se formen los nódulos y comience la fijación. Por tanto, se debe abonar entre 40 y 45 kg de N/ha; cantidades mayores producen un efecto negativo al inhibir la formación de nódulos.
Fósforo
La fertilización fosfórica es muy importante en el año de establecimiento del cultivo, pues asegura el desarrollo radicular. Como el fósforo se desplaza muy lentamente en el suelo, se recomienda aplicarlo en profundidad, incluso en el momento de la siembra con la semilla. En alfalfas establecidas en suelos arcillosos y profundos, la dosis sugerida de fondo para todo el ciclo de cultivo es de 100 a 150 kg/ha, con un previo análisis de suelo.
Potasio
La alfalfa requiere grandes cantidades de este elemento, pues de él depende la resistencia a la sequía y almacenamiento de reservas. Se recomienda aplicar fertilizante potásico de fondo antes de la siembra, junto con el fósforo. En suelos pobres es conveniente una fertilización potásica de fondo de 200 a 250 kg/ha.
Control de maleza
En los cultivos establecidos, la invasión de la maleza se produce antes del brote, debilitando a la alfalfa y retrasando su crecimiento. La maleza de verano perjudica a los alfalfares de riego, siendo las más perjudiciales las gramíneas perennes del verano tipo gramas, las cuales se desarrollan bien con las elevadas temperaturas de dicha época. Si el cultivo se destina a la producción de heno o a la deshidratación, el tratamiento herbicida se propone durante el segundo corte Cuadro . El empleo de herbicidas depende del tipo de maleza y del estado vegetativo de la alfalfa.
Cuadro 1. Herbicidas, dosis y época de aplicación para controlar maleza en alfalfa. INIFAP-SINALOA
Tratamientos de presiembra
Disminuyen la aparición de maleza antes de la emergencia de las plántulas de alfalfa, permitiendo la robustez de éstas antes de entrar en competencia. Se trata fundamentalmente de gramíneas perennes rizomatosas como Cynodon dactylon, Agropyron repens y Sorghum.
Tratamientos de postemergencia durante el primer corte
La alfalfa posee sus primeras hojas verdaderas, resultando menos susceptibles a los tratamientos herbicidas.
Tratamientos en alfalfares ya establecidos
Una vez que el alfalfar está invadido por malas hierbas o éstas invaden la plantación por debilidad de las plantas de alfalfa en cualquier época del año, la caída de la producción y la degeneración del alfalfar se producen rápidamente. El manejo adecuado del cultivo mediante siegas facilita el control sobre la maleza.
Plagas
Pulgones. Aphis medicaginis, A. laburni, Therioaphis maculata, T. trifoli, Acyrtosiphon pisum. Son insectos chupadores de cuerpo globoso que extraen la savia, depositando toxinas que necrosan los tejidos circundantes. Además, segregan un jugo azucarado que impregna a la planta y supone un caldo de cultivo para los hongos, lo cual puede modificar el sabor del forraje, haciéndolo poco apetecible para el ganado. Para el control químico, en el Cuadro 2 se muestran las materias activas, dosis y presentación de productos.
Cuadro 2. materias activas, dosis y presentación de productos. INIFAP-SINALOA
El control biológico se lleva a cabo mediante una avispa (Trioxys complanatus), la cual deposita los huevos dentro del pulgón donde se desarrolla su larva, produciendo la muerte del mismo.
Chinche de la alfalfa. Nezara viridula, Lygus pratensis. Son heterópteros de color verdoso que ocasionan daños en yemas y caída de flores, pudiendo llegar a reducir la producción de semilla en 50 %. Para su control se emplea Endosulfan a dosis de 1 kg/ha.
Trips. Frankliniella spp. Son insectos muy pequeños que se alimentan de las células de las plantas y que al romper los tejidos producen manchas blanquecinas en las hojas, peciolos y yemas. Se recomienda Cipermetrin 5 % + Malation 70 % como concentrado emulsionable a dosis de 0.10 a 0.15 %.
Enfermedades
Roya de la alfalfa. Uromyces striatus. Es una enfermedad típica de zonas cálidas y, aunque no produce la muerte de la planta, afecta la producción y la calidad del forraje. Los síntomas se manifiestan fundamentalmente en las hojas, apareciendo pústulas marrones o pardas de hasta 0.5 mm de diámetro, en cuyo interior se encuentran las esporas. Para combatirla se procede a un corte precoz.
Viruela de las hojas. Pseudopeziza medicaginis. Es similar a la roya, ataca en particular a las plantas jóvenes y sus hojas inferiores. Los síntomas se manifiestan con manchas redondas y de color pardo en las hojas. Para combatirla se procede a un corte precoz.
Mildiú de la alfalfa. Peronospora trifoliorum. No es una enfermedad muy frecuente pero su ataque resulta especialmente peligroso en el establecimiento. Los foliolos amarillean con aspecto variegado y el envés llega a adquirir un color grisáceo si las condiciones ambientales son húmedas.
Antracnosis. Colletotrichum trifolli. Este hongo ataca las partes aéreas de la planta, sobre todo a los tallos, alcanzando incluso el cuello. Aparecen manchas fusiformes de color oscuro y negras en el centro, impidiendo el movimiento de agua y nutrientes, dando lugar a la muerte de las partes aéreas superiores. Esta enfermedad es más común en alfalfares ya establecidos que en los recién sembrados y, en especial, en los últimos cortes; para su control se sugiere realizar un corte temprano.
Marchitez bacteriana. Corynebacterium insidiosum, Pseudomonas medicaginis. Las plantas atacadas por Corynebacterium insidiosum presentan síntomas de detención del crecimiento de la punta del tallo y amarilleamiento al segundo o tercer año del establecimiento. Las plantas enfermas producen un gran número de tallos finos y de escaso vigor, y la infección se extiende por todo el tejido vascular. Respecto a Pseudomonas medicaginis, se trata de una marchitez del tallo muy extendida que se presenta como manchas marrones en forma lineal, sobre las cuales surgen gotas del exudado bacteriano. Esta enfermedad está relacionada con las heridas al segar o por heladas tardías. No existe un tratamiento eficaz contra esta enfermedad, pero se deben tomar medidas preventivas como es una fertilización adecuada, buen manejo y realizar los cortes en épocas secas.
Virus del mosaico. Los síntomas se manifiestan por la aparición de manchas amarillentas intervenosas en las hojas durante la primavera y el otoño. Las medidas de control se basan en reducir la presencia de pulgones transmisores de virus, así como el empleo de semillas certificadas.
Cosecha
Frecuencia del corte
Ésta varía según el manejo de la cosecha, el cual es un criterio muy importante, junto con la fecha del último corte, para la determinación del rendimiento y la persistencia del alfalfar. Los cortes frecuentes implican un agotamiento de la alfalfa y como consecuencia una reducción en su rendimiento y densidad.
Cuanto más avanzado es el estado vegetativo de la planta en el momento de defoliación, más rápido tiene lugar el rebrote del crecimiento siguiente. En las regiones cálidas, la alfalfa se corta con 10 % de floración en otoño, mientras que en primavera y a principios de verano, con el 15% de floración. El rebrote depende del nivel de reservas, éstas se reducen cuando los cortes son frecuentes.
Altura de corte
El rebrote no depende solamente de las reservas de carbohidratos de la raíz sino también de la parte aérea residual. La alfalfa cortada alta deja en la planta tallos ramificados y yemas que permiten el rebrote continuado. La altura de corte resulta un factor crítico si se corta frecuentemente en estados tempranos de crecimiento, pues implica una disminución en el rendimiento y en la densidad de plantas del alfalfar a causa de las insuficientes reservas acumuladas en los órganos de almacenamiento.
Aprovechamiento de la alfalfa
En verde. La alfalfa en verde constituye una excelente forma de utilización por su buena calidad y digestibilidad, pero conlleva gastos importantes tanto en mecanización como en mano de obra. Con el pastoreo directo sucede lo contrario, pues constituye la forma más económica de aprovechamiento de una pradera, junto al pastoreo rotacional.
Ensilado. Es un método de conservación de forrajes por medios biológicos, siendo muy adecuado en regiones secas, semiáridas y del trópico seco, cuya principal ventaja es la reducción de pérdidas tanto en siega como en almacenamiento. La posibilidad de ensilar la alfalfa facilita la conservación de los primeros y últimos cortes (realizados durante el invierno y la primavera). A fin de obtener un ensilado de calidad, el forraje debe contener un porcentaje elevado en materia seca (30-40 %) y estar bien picado para conseguir un buen apisonamiento en el silo.
Henificado. El uso de la alfalfa como heno es característico de regiones con elevadas horas de radiación solar, escasas precipitaciones y elevadas temperaturas durante el período productivo. El proceso de henificado implica cambios físicos, químicos y microbiológicos que producen alteraciones en la digestibilidad de la materia orgánica del forraje respecto al forraje verde. Es aconsejable que el proceso de henificación conserve el mayor número de hojas posible, ya que éstas son las partes más digestibles; en consecuencia, su pérdida originaría la reducción del valor nutritivo y, por tanto de la calidad. El período de secado depende de la duración de las condiciones climáticas, temperatura, humedad y velocidad del viento, de la relación hoja/tallo ya que es más lento a mayor proporción de tallos y del rendimiento, dado que el incremento del rendimiento por hectárea aumenta la cantidad de agua a evaporar.