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La vieja tradición decía: “ya le dieron calabazas…” para referirse a que a alguien la novia o la esposa le había puesto el cuerno con otro.
La realidad es que las calabazas poco tienen que ver con la fidelidad, pero sí tienen mucho que ver con la agricultura, la alimentación y, últimamente, con la decoración, pues la imagen que se forma en nuestra mente al escuchar el concepto calabaza, dista mucho de reflejar las figurillas caprichosas que los ingenieros genetistas han desarrollado últimamente.
O sea que de ser una delicia del paladar, ahora las calabazas son también una delicia para la vista. Y aquí es donde está lo novedoso y donde el agricultor curioso y de pequeña escala puede hallar un nicho de mercado interesante.
La fotografía que presentamos en nuestra portada, una colección de curiosidades de calabazas cultivadas por el Ing. M.C. Julio López Camacho, experto asesor hortícola y apasionado del cultivo de la calabaza, es sólo un ejemplo de los muchos tipos de calabazas que se pueden producir. Algunas de ellas son para consumo humano, pero otras, las más, son sólo para decoración, igual en un restaurant, en la sala de la casa de un agricultor o en su oficina.
Cuando usted piensa en la calabaza, puede imaginarse igual un sabroso guisado, un dulce aderezado con piloncillo o panocha, una sabrosa sopa de verduras donde va inevitable la calabaza, en rebanadas empanizadas, como si fueran papas fritas, etc.
Lo que quizás usted no sabe es que muchos de los alimentos preparados para bebés, como las papillas tipo Gerber de frutas, contienen pequeñas cantidades de calabaza, para aprovechar el alto contenido de potasio que contienen algunas especies de éstas.
Tampoco se le habrá ocurrido pensar que algunos insectos benéficos que se reproducen en laboratorio son mucho más vigorosos y se multiplican más rápidamente cuando sus huevecillos son depositados sobre una calabaza fresca que se ha partido en pedazos, para que los insectos al nacer encuentren un alimento suculento que los ayudará a crecer más rápidamente y más sanos.
Parece ser esa la misma explicación de que la calabaza esté presente en pequeñas cantidades en las papillas alimenticias de los bebés, aunque en el caso de las usadas en los laboratorios para la reproducción de insectos benéficos, son calabazas duras.
Por otro parte, el cultivo de la calabaza está determinado por el mercado que se desea cubrir. Por ejemplo, para consumo nacional en fresco, la variedad tipo italiano de mayor preferencia es la Zucchini, mientras que de ese mismo tipo pero para exportación hacia Estados Unidos está la Riven. Además, para este mismo mercado se producen variedades de calabaza duras, como son la Spaghetti, Butternut, Buttercup y Table Ace.
En las calabazas grandes para consumo en cocido, al horno o como dulce destaca la Zehualca, mientras que las Kabochas se producen casi exclusivamente para exportarse hacia Japón.
De hecho, México y en particular el norte de Sinaloa y la costa de Hermosillo, junto con Nueva Zelanda y la Isla de Congo son los principales proveedores de calabazas para Japón, representando obviamente más dificultades y costo para Sinaloa, por la distancia que la calabaza tiene que recorrer para llegar al trocadero de Nogales, de allí a Long Beach, California, para después surcar una larga travesía de una semana o más para llegar hasta Japón, si bien la calabaza tiene un período normal de vida de anaquel de 30 a 45 días o de hasta 6 meses, según el tipo de que se trate.
En el norte de Sinaloa, la calabaza empieza a establecerse desde mediados de octubre, teniendo en este caso y para las del tipo italiano un período a corte de sólo 45 días o menos, según las condiciones de clima que se presenten. Si el clima es muy caluroso, el ciclo puede acortarse hasta 10 días.
A partir del desarrollo de los primeros frutos, se realizan en promedio 3 cortes por semana, durante un período que puede alcanzar de 5 a 8 semanas, dependiendo de la fecha de siembra, las condiciones del clima, la variedad sembrada y la frecuencia de riegos que se apliquen al cultivo.
Siembras de noviembre, por ejemplo, tardan de 60 a 70 días para inicio de corte, pero pueden durar en producción más de ocho semanas.
Y mientras el rendimiento por hectárea en las siembras tempranas de octubre puede oscilar entre 1,800 y 2,000 cajas, en las de mediados a fines de noviembre la expectativa de producción son 2,500 a 2,800 cajas.
Si estos rendimientos se analizan sobre la base de un precio promedio de 7 a 8 dólares por caja y de un costo de producción por hectárea de 10 a 12 mil pesos, la rentabilidad potencial es elevada, pero circunstancialmente ligada a las condiciones del mercado que influye directamente sobre el precio.
Uno de los aspectos que mayor impacto tienen en el costo de producción de la calabaza es la mano de obra en la recolección, así como los productos químicos para el control de plagas y enfermedades, principalmente.
Pero las calabazas ya no son sólo para preparar guisados, dulces o frituras, o para formar las clásicas “caritas” alusivas al día de brujas o Halloween. Ahora han invadido un nuevo mercado: la decoración doméstica, de restaurantes y oficinas.
Los genetistas han desplegado toda su capacidad e inventiva y están creando calabazas en miniatura ó gigantes y con figuras y colores extravagantes, dignas todas de ser consideradas obras de arte, especialmente si las comparamos con las calabazas convencionales que conocemos.
De la colección particular de calabazas extravagantes del Ing. Julio López Camacho, destacamos las miniaturas color blanco, del tamaño y forma de un tomate, otras más con figura de guaje, pero en bicolor, con la parte superior en naranja subido y de la parte media de la base hacia abajo con un verde atigrado a blanco, además de una miniatura semejante a la zehualca, pero de no más de 8 centímetros de diámetro y de un color verde pasto con ligeras franjas curveadas a blanco.
La semilla de estas especies raras, que bien podrían clasificarse como accidentes genéticos o manipulación pura de la genética, no se consiguen fácilmente en el mercado de las semillas.
Más bien pueden comprarse en tiendas especializadas de Estados Unidos, donde se venden productos para granja, como implementos agrícolas manuales y tiendas del hortelano doméstico. Obviamente en este caso estamos hablando de semillas híbridas, es decir, que se tiene que comprar cada vez que se va a sembrar, porque o los diminutos frutos son sin semilla, o la semilla no resulta viable para germinar, desarrollar un planta o producir frutos.
De hecho, el granjero típico americano ha venido sembrando estas semillas de curiosidades en sus granjas o en los patios de sus casas para utilizar los frutos como decoración, pero todavía no son muy comunes en nuestro país.
Allí es donde se estima que el agricultor de pequeña escala o aquel que se ha especializado en la producción de especies en invernadero o en pequeños espacios puede desarrollar un nicho de mercado interesante.
Colocadas en la credenza o vitrina de la oficina de un ejecutivo de una empresa agropecuaria, en la recepción de una oficina pública, en la exposición de un restaurant de comida mexicana, o en la sala de la casa, siempre llamará la atención una curiosidad agrícola como las calabazas diminutas, o porqué no, las calabazas gigantes que siempre serán de llamar la atención.
Y es que las calabazas están llamadas a ser una delicia del paladar, pero también de la vista y el buen gusto estético.