Una nueva tecnología, basada en la edición del genoma, potencia la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible. Ya se está utilizando para mejorar cereales, legumbres y hortalizas, haciéndolos más resistentes a plagas y al estrés climático, sin necesidad de genes extraños.
Las nuevas tecnologías de mejora vegetal pueden contribuir significativamente a facilitar el acceso a los alimentos, su disponibilidad y su aprovechamiento biológico (seguridad alimentaria), además de contribuir al desarrollo sostenible.
En concreto, las técnicas de mejora genética mediante la edición del genoma, como la de las secuencias de ADN CRISPR/Cas, podrían contribuir a que la agricultura fuera más productiva y respetuosa con el medio ambiente. Los cultivos editados por el genoma son diferentes de los organismos transgénicos modificados genéticamente (OGM).
Esta perspectiva ha sido defendida por un equipo de investigación internacional que aboga por el uso responsable y el apoyo de estas nuevas tecnologías. «La mejora del vegetal y otras tecnologías agrícolas han contribuido considerablemente a la reducción del hambre durante las últimas décadas», afirma en un comunicado Matin Qaim, economista agrícola de la Universidad de Gotinga, en Alemania.
La alta intensidad resultante en el uso de agroquímicos también ha causado serios problemas ambientales. Las tecnologías futuras deben reducir la huella ambiental negativa y hacer que la agricultura sea más resistente a los climas extremos. Las predicciones sugieren que las pequeñas granjas en África, Asia y el resto del mundo sufrirán especialmente los efectos del cambio climático.
«La edición del genoma nos permite desarrollar plantas de cultivo que son más resistentes a las plagas y enfermedades y más tolerantes a la sequía y el calor», explica Shahid Mansoor del Instituto Nacional de Biotecnología e Ingeniería Genética en Pakistán. Esto puede ayudar a reducir las pérdidas de cultivos y las fumigaciones de plaguicidas químicos.
En la edición del genoma, ciertas secuencias de ADN se cambian o «apagan» de una manera muy precisa, sin que se introduzcan genes extraños. Los cultivos que se someten a esta edición son diferentes de los organismos transgénicos modificados genéticamente (OMG), en los que se llevan a cabo técnicas como la mutación, la inserción y la deleción de genes.
«Los nuevos métodos ya se están utilizando en varios cereales, y también para mejorar los cultivos alimenticios abandonados, como las legumbres o las verduras locales», explica Mansoor.
«Debemos tener cuidado de no repetir los errores que se cometieron con los OGM», alerta Qaim. «La limitada aceptación pública y los elevados obstáculos reglamentarios para los transgénicos han contribuido a una concentración de los avances biotecnológicos en tan sólo unos pocos cultivos importantes y en manos de unas pocas multinacionales. Necesitamos más diversidad y más competencia».
«Los cultivos modificados mediante la edición del genoma no contienen genes extraños”, explica Qaim. “Como las técnicas de reproducción son más precisas, estos cultivos son tan seguros como los convencionales”. No deben ser regulados como si fueran transgénicos.
En Europa, las regulaciones para los cultivos de genoma editado todavía están siendo debatidas. En julio de 2018, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó que estos cultivos se incluirían en la legislación vigente sobre OMG, lo que es decepcionante según los autores del documento. «Esto retrasará futuras solicitudes» dice Qaim.
La regulación de las nuevas tecnologías de reproducción en Europa también tiene un impacto importante en los países en vías de desarrollo. Los investigadores temen que haya riesgo de que el enorme potencial de la edición del genoma para la seguridad alimentaria no se pueda aprovechar plenamente.