El manejo del agua de riego en maíz es de extrema importancia para lograr rendimientos satisfactorios, por lo que tanto la fecha como lámina de aplicación deben coincidir con las etapas de la planta en que pueda aprovechar mejor la humedad del suelo.
La cantidad y fecha de los riegos depende del tipo de suelo y la fecha en que se establezca el cultivo, ya que en siembras tempranas de otoño-invierno, por ejemplo, la planta está expuesta a un estrés más fuerte por las altas temperaturas de finales del otoño, mientras que en siembras más tardías, el período crítico puede ser a partir de la etapa de grano lechoso y masoso.
Debe tener especial cuidado con el manejo del agua en su maíz, en los períodos de: floración, polinización, formación y llenado de grano.
En general, el calendario de riegos podría ajustarse de la siguiente manera:
El primer riego de auxilio a los 35-40 días de desarrollo del cultivo, cuando la planta tenga de 7 a 8 hojas; el segundo 15 a 20 días después cuando las plantas tengan de 12 a 14 hojas y el tercer auxilio 15-20 días después del anterior, en la etapa del cultivo de hoja bandera.
Del cuarto al sexto riego de auxilio el período entre riegos se acorta a 10-15 días, en las etapas de floración-polinización, en formación de grano y en grano lechoso-masoso, respectivamente.
De acuerdo con resultados de investigación sobre manejo del agua, la lámina de riego debe ser de entre 8 a 10 centímetros, a efecto de disminuir riesgos de enfermedades de la raíz y el tallo, propiciados por riegos pesados y exceso de humedad en el suelo.
Un riego o más pueden suprimirse, siempre que la precipitación sea importante, con una lámina de al menos 12 milímetros.
Evaluar el punto de saturación de humedad del terreno, es de extrema importancia, particularmente en las etapas del cultivo en que requiere más humedad, al inicio de la fructificación.
El primer riego de auxilio generalmente es coincidente con la aplicación de la segunda fertilización nitrogenada, donde se aplica una tercera parte de la dosis total, por lo que debe evitarse el estrés excesivo de la planta y procurar que la lámina sea suficiente para obtener una buena distribución del fertilizante, pero sin excesos que propician pérdidas del nutriente por saturación del suelo o exceso de infiltración.
Particularmente en la zona norte de Sinaloa, ha habido buenas experiencias en el manejo del agua de riego mediante sistemas de riego por goteo y aspersión.
En el primer caso, porque además de propiciar un importante ahorro del agua, ésta se proporciona al cultivo en las dosis correctas y la fertilización es mucho más precisa.
Cuando se maneja el riego por aspersión debe tenerse presente que existe un mayor riesgo de presencia de enfermedades, particularmente chahuistle en los híbridos más susceptibles, por el prolongado período de tiempo en que las hojas permanecen en contacto directo con el agua en forma de rocío.