La fertilización y la aplicación del agua de riego en el trigo son factores determinantes en la producción, por lo que su correcta aplicación en oportunidad y cantidad, deben tenerse muy en cuenta por el productor agrícola.
En el interés por orientar a los productores de trigo sobre una buena estrategia de fertilización y riegos, a continuación se dan algunas indicaciones generales que tienen validez para la región noroeste del país, particularmente el sur de Sonora y Norte de Sinaloa.
Por ejemplo, para determinar las necesidades de nitrógeno, se debe tomar en cuenta el potencial de rendimiento del cultivo por tipo de suelo, la rotación de cultivos y la incorporación de residuos de cosecha.
El análisis de suelo para evaluar el nivel de nitrógeno mineralizable y sus propiedades físicas, es muy útil para un programa de fertilización nitrogenada, en este sentido, se considera que la tasa de mineralización de los suelos del sur de Sonora es de 50 kilogramos por hectárea, aproximadamente. Si el análisis de suelo indica una cantidad menor de nitrógeno disponible, (menor de 50 kilogramos por hectárea), se debe agregar la diferencia a la dosis de fertilización recomendada, y si dicha cantidad en suelos, excede los 50 kilogramos por hectárea, se debe restar a la dosis sólo 50% de la diferencia.
Una vez determinada la dosis de fertilizante por aplicar, debe considerarse la eficiencia de las fuentes nitrogenadas y aplicar los sólidos de preferencia en banda, y los líquidos y gaseosos, inyectados.
Si el cultivo anterior fue soya, en aluvión pesado aplique 230 kg/ha y 195 en suelo ligeros, en barrial profundo 215, en compactado 170 y en pedregoso, 170. Después de algodonero, aplique 200 en aluvión pesado y 155 en ligero, en barrial profundo 185, en compactado 140 e igual en pedregoso.
En rotación con maíz, las dosis son: 170, 125, 155, 110 y 110, respectivamente y después de trigo: 160,115, 145, 100 y 100 en Aluvión pesado, A. Ligero, B. Profundo, B. Compactado y B. Pedregoso.
La fertilización fosfatada requiere de una análisis de suelo y de acuerdo a los resultados de la calibración, aplicar las cantidades indicadas.
Los criterios para la aplicación de fósforo de acuerdo al tipo de suelos y al resultado del análisis, se describen a continuación:
Si el análisis de suelo reporta menos de 21 kilogramos de fósforo asimilable, aplicar 9 kilogramos por hectárea de P2O5 por cada kilogramo debajo de 60 kilogramos de fósforo.
Si el análisis de suelo reporta menos de 17 kilogramos de fósforo asimilable, aplicar 9 kilogramos de P2O5 por hectárea por cada kilogramo debajo de dicho nivel y 3 kilogramos de P2O5 por cada kilogramo debajo de 41 kilogramos de fósforo.
Si el análisis de suelo reporta menos de 13 kilogramos de fósforo asimilable, aplicar 9 kilogramos de P2O5 por hectárea por cada kilogramo debajo de dicho nivel, y 3 kilogramos de P2O5 por cada kilogramo debajo de 33 kilogramos de fósforo.
En cuanto a los riegos, a nivel comercial, se aplican de 5 a 6 riegos, es decir, el equivalente a una lámina bruta de aproximadamente 90 centímetros.
En barrial, el primer auxilio se aplica a los 65 días después de la siembra, con una lámina de 11 centímetros, durante la etapa de inicio de encañe; el segundo 25-30 días después en la etapa de espigamiento -floración y el tercero 25-30 días, en formación de grano.
En aluvión, el primer auxilio a los 60 días, en la etapa de encañe y el segundo a los 25-30 días en espigamiento y floración.
Se recomienda aplicar el mismo número de riegos, pero siguiendo la fenología del cultivo; conforme se eleven las temperaturas, se sugiere acortar la frecuencia de los riegos, ya que la evapotranspiración en estas fechas es mayor. También, se ha observado diferencia en cuanto a las especies, ya que los trigos duros y triticales soportan más castigos por falta de agua que los trigos harinero. En casos donde se tengan problemas de salinidad, se sugiere aplicar un riego extra, y aplicar los riegos con mayor frecuencia.