-Por Gregorio Reyes Figueroa-
El rezago en el precio de las cosechas agrícolas es tan grave que en el caso del maíz, el productor ha recibido casi el mismo precio por tonelada, en promedio en los últimos 5 años, mientras los costos de producción se han disparado en 109%, más del doble, en la última década, de acuerdo con el análisis de costos que cada año actualiza la SAGARPA.
En 2008 el costo de producción por hectárea de maíz fue de $ 15,193 y para el 2018 creció a $ 31,861, mientras el precio medio rural en las mismas fechas fue de $ 2,750 y $ 3,950 por tonelada, respectivamente. Es decir, los costos crecieron más del doble, pero el precio subió sólo un 43% en 10 años consecutivos.
A pesar de esa realidad, hay esperanza en un futuro mejor para la agricultura, dice Vinicio Montiel Ibarra, presidente de AARFS, A.C., el máximo organismo representativo de los agricultores.
Vinicio Montiel lo explica así: Mantenernos en la actividad ha sido producto de un esfuerzo sostenido, usando mejores híbridos, ajustando fechas, densidades y métodos de siembra, mejores dosis de fertilización y control de plagas y enfermedades. En una década, hemos logrado subir los rendimientos por hectárea en un 23%, ya que en 2008 producíamos en promedio 8.95 toneladas por hectárea y para la temporada reciente, rebasamos las 11 toneladas por hectárea. Quienes producen más del promedio tienen utilidades, pero quienes cosechan menos, o están en punto de equilibrio o pierden, asegura.
Y subraya:
Lamentablemente la ganancia de rendimiento no se traduce en más utilidad para el productor como se supone debería ser, por la mayor inversión que hace y los riesgos que corre; obtener más toneladas por hectárea sólo ha servido para compensar el incremento de costos, pero los márgenes de ganancia en la agricultura, vista como cualquier otro negocio, han venido cayendo.
Agrega que a pesar de los programas de apoyo a la actividad, la situación económica del productor promedio sigue siendo precaria y si antes podía vivir de su trabajo en el campo, ahora tiene que agregarle otras actividades para complementar el ingreso.
¿Cómo le fue a la agricultura en el sexenio que está por concluir?.
Por decirlo de una manera, hemos logrado sobrevivir. La inmensa mayoría de los productores nos hemos especializado en la producción de maíz, el cultivo más importante en superficie sembrada, al punto en que somos la región de México que tiene los rendimientos por hectárea más altos. Año con año superamos nuestras propias metas, pero nunca vimos reciprocidad del gobierno en estímulos reales, de acuerdo al esfuerzo que hacemos.
En el papel, los apoyos que se dieron a los productores de Sinaloa fueron extraordinarios, al punto en que nos confrontaron con productores de otras regiones porque creen que nos llevamos la mayor parte de la bolsa de subsidios; en los hechos, las reglas de operación de los programas de apoyo se convirtieron en una pesadilla porque el agricultor sabe trabajar la tierra pero no es ni experto en finanzas ni en trámites burocráticos.
El mejor ejemplo de esto es que todavía tenemos agricultores socios de nuestro organismo a quienes aun no les pagan estímulos de dos cosechas pasadas.
En esas condiciones, ningún apoyo sirve porque ante su tardanza, el productor tiene que conseguir dinero caro porque las plantas no esperan y un retraso en la preparación del terreno, la siembra, el riego, la fertilización o el combate de una plaga o enfermedad pueden acabar con tu patrimonio en una sola temporada. Y si el apoyo no llega tienes que recurrir a créditos de banco, prestamistas privados o casas de empeño para seguir adelante y atender tus cultivos.
Los excesivos trámites burocráticos y la corrupción en la aplicación de programas de soporte a la agricultura nos han dejado un muy mal sabor de boca.
El agricultor que está metido en la agricultura porque es su pasión, porque ama su trabajo y valora su tierra no va a abandonar la actividad por falta de ayuda del gobierno. Nosotros estamos acostumbrados a luchar con las adversidades y sabemos que en el campo hay temporadas buenas, otras no tan buenas y otras malas, desde el punto de vista del clima y la cantidad de la cosecha, pero es un hecho que necesitamos que el gobierno haga su parte.
Requerimos un árbitro justo que procure una relación equilibrada a lo largo de la cadena productiva, donde participa el proveedor de insumos, el agricultor, nuestros trabajadores, el financiero, el asegurador agrícola, el acopiador y el comprador o consumidor final.
Si no hay alguien que ponga orden, la agricultura va a ser un negocio donde las mayores utilidades se las llevan quienes no se ensucian las manos ni los zapatos.
Lo que hemos escuchado del Dr. Víctor Villalobos, nominado como próximo secretario de Agricultura en cuanto a los programas que se pondrán en marcha en el gobierno del Lic. Andrés Manuel López Obrador, es un aliento de que a la cabeza de esta dependencia estará una persona que conoce la agricultura, particularmente la agricultura comercial que se hace en Sinaloa, donde necesitamos un trato diferente a los productores de subsistencia.
Hablar de soberanía alimentaria y de producir los alimentos que necesitamos, dejando de depender tanto de la importación de granos es un buen síntoma de que la política al campo va a cambiar, que nuestra agricultura será revalorada y que habrá más certidumbre para quienes producimos alimentos.
Creo que llegará el momento en que tendremos que sentarnos a la mesa con el gobierno y plantear nuestras inquietudes y tengo confianza en que nuestras iniciativas y propuestas van a ser escuchadas. Veo un panorama más esperanzador para la agricultura mexicana que no significa cerrarnos a los mercados internacionales pero sí hacer un esfuerzo por mejorar el abasto interno en lugar de importar. Eso para nosotros es un gran aliciente.
Que estemos atentos a los cambios que seguramente empujará el nuevo gobierno. Que no dejemos de hacer la parte que nos toca en la producción agrícola, pero sobre todo, que tengan la certeza que su organización, la AARFS, seguirá siendo su voz ante las instancias gubernamentales y los mercados nacionales e internacionales. Unidos, somos más fuertes.
Mis mejores deseos de éxito en este nuevo ciclo agrícola.