En el Valle del Fuerte, Distrito de Riego No. 75, el cultivo del frijol ocupa el segundo lugar en cuanto a superficie sembrada, con un promedio de 38 mil hectáreas anuales, cuyas siembras se empiezan a establecer desde finales de septiembre a inicios de noviembre. El cultivo se establecía principalmente en suelos de aluvión, pero en años recientes ocupa mayor superficie en terrenos de barrial.
El rendimiento promedio regional es de 1,620 kg/ha, y de acuerdo con la SAGARPA, el costo de producción fue de $ 24,842, sin considerar renta de tierras ni maquila, por lo que al precio medio rural de la cosecha anterior de $ 13,000 por tonelada, el ingreso por la venta de la cosecha no alcanzó para cubrir los costos de producción.
Ante la incertidumbre de los precios del frijol preferente que se produce en Sinaloa, cuyo precio en el mercado es más alto que el resto de las variedades de frijol que se producen en México, la alternativa para darle rentabilidad al frijol es incrementar los rendimientos por hectárea, pero en los últimos 5 años recientes se han venido enfrentando problemas por enfermedades transmisibles por semilla y cuyos patógenos al permanecer en el suelo de una temporada a otra, incrementan el riesgo de daño por patógenos y reducción de las cosechas.
Por ello la Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle del Fuerte ha realizado diversos trabajos de investigación sobre la identificación de patógenos en la semilla y ha evaluado diversas fórmulas de agentes biológicos para su control.
La mayoría de estas medidas deben tomarse previo a la siembra y son complementarias a las recomendaciones de manejo agronómico generadas por el INIFAP, Campo Experimental Valle del Fuerte.
Un aspecto clave en la producción de frijol es la planeación de las siembras en función de la demanda probable, ya que por sus características, los frijoles azufrado preferentes que se producen en Sinaloa deben cubrir una demanda promedio de 120 mil toneladas anuales, por lo que la superficie de siembra a nivel estado no debe rebasar las 75 mil hectáreas.
En la última década y media en Sinaloa se han cosechado 88,800 ha, lo que genera una sobre oferta que provoca problemas de comercialización.
En el Valle del Fuerte, son varios los factores que afectan la producción de frijol. Destacan las enfermedades de virosis y moho blanco y plagas de chupadores como trips, chicharrita y mosca blanca, pero hay otros componentes tecnológicos muy influyentes en el volumen y calidad de cosecha como la adecuada selección del terreno, fecha y densidad de siembra, el uso y manejo del agua de riego, combate de maleza, y prácticas de cosecha.
Debido a que el frijol se ha venido estableciendo por años en terrenos de aluvión en las márgenes del río Fuerte, algunos virus, hongos y bacterias han tenido condiciones favorables para establecerse y han venido afectando la sanidad del cultivo.
Por esa razón, antes de sembrar debe realizarse un análisis microbiológico del suelo para medir y evaluar las poblaciones de fauna microbiana, y si es el caso, aplicar los antagonistas necesarios antes de realizar la siembra.
Esta labor puede hacerse siguiendo las recomendaciones del INIFAP y dependen de las condiciones de cada terreno. Puede hacerse labranza convencional: barbecho, rastreos, nivelación, marca o curvas de nivel y escarificación, pero también se puede establecer el cultivo con el sistema de labranza reducida. En necesario tener en cuenta que el uso excesivo de maquinaria eleva el costo de producción y no mejora el rendimiento, disminuyendo por lo tanto la rentabilidad del cultivo.
La principal recomendación es el uso de variedades categoría certificada, pero además de ello, realizar una prueba de laboratorio sobre la calidad fisiológica de la semilla para determinar la ausencia de enfermedades transmisibles por semilla. En su caso, realizar el tratamiento preventivo necesario, tanto para virus, hongos o bacterias.
Otro aspecto importante en el manejo de la semilla es la aplicación de un insecticida sistémico que proteja a la planta desde la germinación hasta los primeros 35-40 días contra la presencia y daño de insectos chupadores, a efecto de lograr plantas sanas y vigorosas.
Para el Valle del Fuerte, el INIFAP sugiere las siguientes variedades; de tipo azufrado: Janasa, Azufrasin, Azufrado Noroeste, Azufrado Higuera, Azufrado Regional 87, Azufrado Peruano 87, Azufrado Pimono 78, Peruano P 80, y del tipo de grano de color negro: Sataya 425, Negro Sinaloa, Jamapa, Negro Pacífico, Negro Tacaná y Negro Sahuatoba, y de tipo de grano color blanco (Alubia) Aluyori.
Todas las variedades enumeradas producen mejor al sembrarse durante el mes de octubre y los primero cinco días de noviembre; las siembras en fechas tempranas son afectadas por alta incidencia de plagas (mosca blanca) y enfermedades como macrophomina y de tipo viral, las tardías corren el riesgo de bajo desarrollo por bajas temperaturas, de heladas y desarrollo de enfermedades de tipo fungoso como roya y moho blanco, propiciado por baja temperatura y alta humedad relativa. Sembrar fuera de época trae como consecuencia además de bajos rendimientos mayores riesgos en la producción, por lo que se sugiere especial atención en este aspecto.
En barrial siembre en surcos a 80 centímetros a hilera sencilla. En las variedades de hábito de crecimiento determinado (mata), como Azufrado Higuera, se puede sembrar en camas de 1.0 ó 1.5 metros con doble hilera de plantas; la distancia entre hileras debe ser de 60 cm a 70 cm.
En suelos de aluvión siembre a hilera sencilla a 75 u 80 cm, debido a que el desarrollo del cultivo es mayor. La profundidad de siembra en barrial varía de 6 a 8 centímetros y en aluvión de 4 a 6, bien cubierta con tierra húmeda ligeramente apisonada.
Surcos más angostos propician exceso de humedad, dificultan la penetración de aire y de los rayos solares a través de las plantas, y aumentan los riesgos de enfermedades fungosas, durante el desarrollo del cultivo.
Deposite entre 15 y 18 semillas por metro de surco bien distribuidas, para obtener una población de entre 13 y 15 plantas por metro. El uso de cantidades mayores de semilla incrementa los costos del cultivo y los riesgos de producción, pero los rendimientos no aumentan
La cantidad aproximada de semilla por hectárea en siembras a hilera sencilla para las variedades de tipo Azufrado de grano grande es de 90 kg/ha; mientras que para las de grano mediano (Azufrado Regional 87) es de 70 kg/ha y para las de tipo negro (grano chico) 50 kg/ha. En las siembras a doble hilera a 80 cm, para las variedades de grano grande deposite de 105-110 kg de semilla/ha y 90 a 95 Kg/ha para las variedades de grano medio.
Prefiera siembre el uso de semilla certificada.
Es importante que la planta esté libre de competencia de maleza durante los primeros 40 días a partir de la emergencia, para que el desarrollo inicial sea normal, lo que se puede lograr con el paso de cultivadora por una o dos ocasiones, complementando cuando sea necesario con deshierbes manuales. En terrenos infestados de maleza, aplique herbicidas preemergentes a base de trifluralina, previo a la escarificación y a la siembra.
Cada terreno requiere de una fertilización específica, por lo que es necesario un diagnóstico mediante análisis de suelo con anticipación a la siembra.
Debe tomarse en cuenta la posible fijación de nitrógeno atmosférico por bacterias del género Rhizobium, la cantidad que puede aprovecharse por este proceso varía de 60 a 120 kg de N/ha, siempre que la nodulación sea la adecuada, siendo posible reducir las cantidades de N por aplicar al suelo.
Si no dispone de análisis de suelo y el frijol se siembra después de sorgo o maíz, puede aplicar en presiembra 80 a 100 kg de N/ha; en cambio, en rotación con otra leguminosa u hortalizas aplicar de 40 a 60 kg de N/ha.
La inoculación de semilla se sugiere en terrenos donde en los últimos 3 años no se haya sembrado frijol, empleando inoculante específico para frijol.
Verifique la nodulación alrededor de los 30 días después de la siembra. En casos de escasa o nula nodulación, agregar inmediatamente de 80 a 100 kg de N (antes o durante el primer riego de auxilio), si el análisis de suelo indica baja disponibilidad de N en el suelo.
Cuando la siembra de frijol sea en forma inmediata a la cosecha de maíz y sorgo y sus residuos sean incorporados, es necesario adicionar 40 kg/ha de N para la descomposición de la soca.
La fertilización con fósforo (P) debe ser apoyada con los resultados del análisis de suelo. En caso de detectar síntomas de deficiencia nutricionales en la planta, efectuar un análisis foliar para hacer las correcciones pertinentes.
Las etapas reproductivas, desde el inicio de la floración hasta el llenado de grano son críticas. En suelos de aluvión con alto nivel freático, un riego de auxilio al inicio de floración, a los 40 días después de la siembra, puede ser suficiente; en cambio, con bajo nivel freático se sugiere la aplicación de un segundo riego de auxilio en la etapa de formación o llenado de grano (entre 60 y 70 días después de la siembra).
En suelos de barrial, son necesarios al menos dos riegos de auxilio para las variedades precoces e intermedias; el primero al inicio de floración y el segundo en formación o llenado de vainas. Las variedades tardías generalmente requieren de un tercer riego de auxilio en la etapa de llenado de grano, pudiéndose reducir el número en caso que se presenten lluvias con suficiente intensidad y frecuencia. En todos los casos se sugiere dar riegos ligeros utilizando tiradas no mayores de 150 metros, para disminuir problemas de encharcamientos que propician el desarrollo de pudriciones de raíz y la incidencia de moho blanco.
El frijol es un cultivo muy sensible a los excesos de humedad, por lo que los riegos dependen directamente de las variaciones temporales del clima, determinadas por la fecha de siembra, debiéndose considerar: fenología, suelo, clima y manejo del cultivo.
El uso de la herramienta de Pronóstico del Riego en Tiempo Real es una buena herramienta para este propósito, ya que manipula en tiempo real los parámetros mencionados anteriormente y es posible pronosticar el momento oportuno del riego. En el valle del Fuerte se puede tener acceso a ella a través de algunos módulos de riego y del Campo Experimental Valle del Fuerte.
Las experiencias documentadas por el INIFAP en el Valle del Fuerte indican que al aplicar el riego en el momento preciso, el rendimiento puede mejorar sensiblemente, por lo que el productor debe conocer este sistema y aplicarlo a la medida de lo posible, ya que la correcta aplicación del riego es determinante para un desarrollo normal de la planta, se debe evitar el exceso de humedad que pueda favorecer la proliferación de patógenos causantes de enfermedades. Cuando se aplican fertilizantes químicos al suelo, el agua de riego ayuda a su disolución y movilización para un mejor aprovechamiento de estos por la planta.
En nuestra próxima edición impresa de Panorama-Agro.com publicaremos la segunda y última parte de este artículo.