M.C. María Elena Cárdenas C.,

M.C. María Elena Cárdenas C.,
Investigador del CIMMyT Valle del Yaqui, Son.

Es un hecho que el reto más importante de los productores agrícolas del Noroeste de México es seguir produciendo en condiciones adversas, poco favorables. A nivel mundial hay un crecimiento de población que cada vez demanda más alimento, pero a la par estamos viendo una degradación de nuestros recursos naturales: agua, suelo y medio ambiente por el uso excesivo de nitrógeno del cual se desperdician una de cada tres toneladas que se aplican en campo.

En Sinaloa los rendimientos promedio del maíz oscilan entre los 10.5, 10.8 y 11.3 toneladas por hectárea en los últimos tres años, haciendo una aplicación promedio de más de 300 kg de nitrógeno por hectárea que representa altos costos de producción. Pero más alarmante significa el impacto negativo que el nitrógeno está teniendo en el medio ambiente por dos factores principales que son el uso excesivo y malas prácticas de aplicación.

El concepto de fertilización es uno de los rubros que más encarecen los costos del cultivo del maíz, a la par con lo que representan las labores de preparación del terreno.

La fertilización es una de las prácticas que más impacto negativo tiene en el medio ambiente porque no pensamos que una inadecuada fertilización provoca pérdidas de nitrógeno, porque las dosis excesivas se van y se pierden a la atmósfera por volatilización, o a los mantos freáticos por lixiviación o escorrentía.

La agricultura es una de las principales actividades que emite un gas de efecto invernadero que es el óxido nitroso que es de las más reportadas como fuentes de contaminación a nivel mundial.

En un estudio realizado en el Valle del Yaqui pudimos medir el impacto negativo del uso excesivo de fertilizantes nitrogenados, pero Sinaloa no está muy lejos en este aspecto del sur de Sonora, porque las dosis de nitrógeno que se utiliza para el cultivo del maíz también son altas al igual que en el valle del Yaqui, para el caso de trigo.

A nivel mundial la eficiencia del nitrógeno es apenas de un 33% mientras que en el Valle de Yaqui se ha reportado un 31% y en Sinaloa se reporta un 35%, pero no estamos mucho mejor en relación a la media mundial y lo ideal sería que estuviéramos arriba del 50% .

Malas fertilizaciones o uso excesivo, grave factor de contaminación.

¿Porque hay eficiencias tan bajas?.

Mucho tiene que ver la dosis que usemos, el momento en que apliquemos esa dosis, la fuente que utilicemos y el lugar de aplicación.

La tecnología de sensores ópticos se enfoca en aplicar la dosis óptima, la cual va a depender de la capacidad que tenga el cultivo para aprovechar el fertilizante que se le adiciona ya que el maíz demanda entre 20 y 25 kg de nitrógeno por cada tonelada de grano. Mientras más alto es el rendimiento, mayor es la demanda de nitrógeno.

En la práctica, de manera general se utiliza como una receta una cantidad de nitrógeno para todos los campos, sin importar tipo de suelo, manejo e historial. Lo que se busca con la tecnología de los sensores ópticos es evitar eso, porque no todos los campos son iguales.

Los estudios que se han hecho sobre la fertilidad de los suelos indican que algunos tienen un nivel de fertilidad de más de 150 unidades de nitrógeno pero otros no alcanzan ni siquiera 50, por lo que lo primero que habría que hacer a la hora de determinar una dosis por aplicar sería conocer ese nivel de fertilidad para aplicarle solo lo que haga falta.

Por lo que respecta al momento de la aplicación la mayoría del nitrógeno lo estamos poniendo al inicio del cultivo, pero en esa etapa el cultivo realmente no demanda tanto nitrógeno. La mayor demanda la encontramos poco después de la tapa de V12 y se va incrementando hasta las etapas de R5 y R6 para una dosis menor que inicia en 50 kilos de nitrógeno hasta una mayor que alcanza los 250.

El objetivo de esta tecnología es hacer la aplicación de los fertilizantes solamente en la medida que sea necesaria para complementar la demanda del cultivo en función de la presencia de este fertilizante en el suelo. Los equipos actualmente utilizados para medir los niveles de fertilidad nitrogenada en el cultivo van desde los 120.000 dólares, una maquinaria especializada que va leyendo el estado del cultivo y aplicando la dosis que hace falta; otra que es un equipo colocado en un tractor convencional con precio de unos 30 mil dólares; una más que es un lector de hombro que se acciona por una persona a un precio de 5,000 dólares y el otro es un pequeño escáner manual que puede leer directamente las hojas del cultivo, con un precio de 500 dólares.

Esto quiere decir que el avance de la tecnología nos ofrece ahora un equipo para cada necesidad y cada capacidad económica del productor.

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