Formado profesionalmente en la carrera de ingeniero agrónomo, Óscar Perales Gaxiola está convencido de que el agricultor debe incursionar en opciones de cultivo diferentes a las tradicionales para diversificar su trabajo en el campo y aspirar a una utilidad razonable y más segura, la cual han dejado de garantizar cultivos como maíz blanco, frijol, garbanzo, sorgo, trigo u hortalizas.
Con esa inquietud se acercó hace ocho años a la empresa Herdez para conocer el proceso para la producción de maíz dulce para enlatado y consumo nacional o de exportación.
Tras llenar una serie de requisitos y firmar un contrato para la siembra de 85 hectáreas, le asignaron a un asesor técnico que le fue llevando de la mano en cuanto al proceso de la siembra, la definición de la fecha apropiada, el manejo del cultivo incluyendo riegos, fertilización y manejo de plagas y enfermedades, con los cuidados específicos para el maíz dulce.
Hoy su rendimiento por hectárea es de 18 toneladas.
Al firmar el contrato, la empresa se compromete a proveer la semilla, producida en Canadá especialmente para sembrarse en el Valle del Fuerte.
Óscar Perales dice sentirse satisfecho por haber decidido incursionar en esta nueva opción de cultivo del maíz pues ya no tendrá la incertidumbre del precio, la definición de bases y los pagos en abonos que en los últimos años ha tenido que gestionar para sus cosechas de maíz blanco, como la mayoría de los productores.
Hoy desde que firma el contrato de venta de su cosecha sabe cuál será el precio a recibir ($3,200 por tonelada) y su única preocupación es poner una buena planta, proporcionarle el manejo adecuado para que produzca elotes de buen tamaño, calidad y cantidad.
La cosecha no es problema porque una máquina especializada va avanzando sobre la parcela y cortando la planta a unos 30 centímetros de altura, la coloca en la parte frontal de la cosechadora la cual la absorbe hacia un mecanismo que corta el elote, lo separa de la planta y lo va depositando en la canasta de reciba, subiéndolo por una banda desde el banco de cosecha.
En unos 300 metros de recorrido cosechando cuatro surcos por pasada, la máquina llena su depósito y lo vacía sobre el camión en el que será transportado al centro de reciba, donde ya lo estarán esperando.
La cosecha se tiene que planear con tiempo, tanto porque el elote tiene un periodo de vida útil durante la cual se debe cosechar, como por la capacidad de proceso de la planta industrial donde se recibe el producto para su proceso de jimado, selección, tratamiento y enlatado.
En cuestión de horas, el elote tierno que se cosecha en campo, llega a la planta industrial, se procesa, enlata, empaca y es distribuido a los centros de consumo del país.
“Yo creo que esta es una alternativa para nosotros como productores –dice Óscar Perales- quien combina su formación de ingeniero agrónomo, su experiencia laboral de muchos años en la Productora Nacional de Semillas –PRONASE – con su actividad como agricultor, donde ha integrado a sus hijos en un negocio familiar”.
La agricultura no es cosa fácil, pero es muy bonito saber que al trabajar la tierra mantienes a tu familia y ayudas a que los mexicanos tengamos la seguridad de contar con alimento, concluye.