El ciclo hortícola 1991-92 pasará a la historia, tanto para la cantidad de lluvia como por los daños severos que ésta causó a los cultivos en pie en el Norte de Sinaloa. Si vemos con detenimiento los datos de precipitación pluvial que maneja la Comisión Nacional del Agua para diferentes zonas del Norte del Estado, entenderemos que ésta fue causa básica del desastre agrícola de Sinaloa en este ciclo; así tenemos que para la zona Mochis se reportaron 10.16 pulgadas, para Ruiz Cortines 21.87 pulgadas, para Guasave 9.36 pulgadas y para Bamoa 12.68 pulgadas.
Las condiciones de lluvia y de nublados permanentes se inició para el Norte del Estado el día 11 de noviembre de 1991 y se disiparon durante la segunda quincena de Febrero de 1992; sin embargo, durante ese lapso de tiempo, la alta humedad del suelo y el ambiente así como las temperaturas frescas, fueron factores que ocasionaron el disparo de múltiples problemas de tipo fitopatológico, dentro de los que sobresalieron: el “moho blanco” tanto en frijol como en otros cultivos causado por Sclerotinia Sclerotiorum; la pudrición de la fruta y “muerte de la planta” de calabaza cabocha, causadas por el hongo Phytopthora capsici y el “tizón tardío” de la papa y el tomate causado por Phytophthora infestans. A pesar de que los dos primeros agentes causaron severos daños, el tizón tardío fue sin duda la enfermedad de mayor impacto tanto en el aspecto económico, por las inversiones tan cuantiosas que se hacen en ambos cultivos, como en el social, por la cantidad de mano de obra que requieren desde la preparación de los terrenos hasta su comercialización.
En Fitopatología (ciencia que estudia las enfermedades de las plantas), se ha establecido que para que una enfermedad se desarrollo se requiere la conjunción de tres condiciones:
El desarrollo de una enfermedad depende por consiguiente de la conjunción de esa triada de componente, pero su carácter explosivo depende del tiempo que dicha interacción se mantenga; es decir, si las condiciones climáticas en su carácter de acondicionador de la relación hospedera patógeno son prolongadas, la enfermedad alcanzaría niveles epifiticos (arrazantes), si por otro lado, la condición climática favorable se rompe pronto, la intensidad de la enfermedad también se reduce.
Sin duda, el peor error que como técnicos podemos cometer, es el de no aprovechar en toda su extensión, las experiencias que ésta temporada nos ha dejado; es importante aprender de nuestros aciertos; pero mucho más importante es aprender de nuestros errores. Sin embargo para comenzar a aprender, técnicos y agricultores debemos analizar a conciencia, en forma autocrítica, lo que fue la temporada 91-92, intentando encontrar las causas que motivaron la explosión del tizón tardío tanto en papas como en tomates.
Con este objetivo, buscaremos explicar técnica y profesionalmente nuestro punto de vista acerca del desarrollo y explosión de la epifitia del tizón tardío del Norte del estado de Sinaloa, aunque los principios y razonamientos que aquí esgrimiremos pueden ser aplicables en gran parte al problema de tizón tardío vivido en el Valle de Culiacán. En el análisis que emprenderemos nos apoyaremos en la información que sobre P. infestans hemos generado en los últimos cinco años, y en la experiencia que en el manejo de estos problemas hemos desarrollado a través de los años.
1.- Patógeno en estado virulento
Phytophthora infestans, el hongo causante del “tizón tardío” de la papa y del tomate, sobrevive en el Norte de Sinaloa en forma de zoosporas en el suelo y como micelio, infectando plantas voluntarias en drenes y canales: e incluso, dentro de los propios lotes de cultivo.
En base a sus requerimientos de humedad y temperatura (90-100 % y 5-32ºC respectivamente), el hongo inicia, usualmente su ataque después de la primer quincena de Diciembre. Su ciclo comienza con infecciones en el cuello de las plantas o en las hojas inferiores (en contacto con el suelo), tanto de plantas de tomate como de papa. En este sitio, el hongo produce lesiones sobre las cuales se forma la primer generación de esporangios, que constituye el inóculo secundario.
A partir de estos esporangios, la infección se disemina hacia las partes superiores de las plantas, afectando por igual a todos los órganos vegetales. En tomates, la infección puede darse en hojas, ramas y frutos, mientras que en papas, la infección puede alcanzar a hojas, ramas y tubérculos; esto último puede ocurrir, después de una lluvia, o con neblinas a punto de goteo, en lotes con una alta incidencia de P. infestans.
En los tomates, la dispersión del hongo ocurre por medio de: 1.- viento, 2.- lluvia (salpique) = 3.- el hombre.
Dependiendo del grado de incidencia que se tenga en un lote, la influencia del viento y de la lluvia como factores de dispersión puede ser de gran importancia, principalmente cuando las condiciones climáticas son favorables para el patógeno y además, constantes. Por una parte, el viento, es capaz de movilizar a los esporangios por varios kilómetros, lo que lo convierte en un agente dinámico y por consiguiente altamente importante en el desarrollo de epifitias por este hongo. La lluvia por su parte, además de ser un factor condicionalmente para el desarrollo de P. infestans (humedad), es un vehículo que puede movilizar a las esporas del hongo a corta distancia, usualmente a nivel de planta o de plantas vecinas; esta dispersión aunque a menos distancia, no deja de ser menos importante que la realizada por el viento, ya que por el hecho de mover a los esporangios en gotas de agua se asegura su germinación en el sitio en que éstos queden colocados.
Premeditadamente hemos dejado al hombre como factor de dispersión de este hongo, ya que conciente o inconscientemente es quien provoca los mayores “disparos” de la enfermedad. Así por ejemplo, es común la movilización de maquinaria en lotes con alta incidencia de tizón tardío, en donde el rozamiento de los equipos agrícolas y el follaje infectado es fuerte; e incluso en horas tempranas cuando después de una neblina fuerte, las plantas están saturadas de agua. Es usual también, la movilización de gente dentro de los lotes para la realización de labores de deshierbes, amarres, desbrotes, deshojes, etc., labores todas que implican disturbio del follaje y con ello la dispersión de las estructuras reproductivas del hongo a corta y mediana distancia.
En la naturaleza pueden darse otras formas de dispersión, que por ser poco dinámicas repercuten en un nivel bajo en la incidencia de la enfermedad, tales como insectos, agua de riego, etc.
Retomando el punto de supervivencia, el hongo sobrevive también en forma de micelio, en los bordes de pequeñas lesiones de “tizón” que quedan en los foliolos de plantas de papas o tomates voluntarias; aunque de apariencia insignificantemente por su tamaño, estas lesiones se constituye en fuente de inóculo primero, y es a partir de los esporangios formados con éstas de donde el hongo puede iniciar su invasión a los lotes cercanos. Esta forma de inóculo es poco importante en la zona, debido a que su frecuencia es baja si se compara con la supervivencia en forma de zoosporas (esporas de resistencia); sin embargo, el hecho de que es una forma de inóculo muy activa, la hace peligrosa y resulta necesario prestarle atención, especialmente en el inicio del cambio de condiciones de clima (otoño).
Tomando en cuenta que P. infestans posee una alta capacidad de reproducción, ya que es capaz de formar miles de esporangios en una lesión de un centímetro cuadrado, el establecimiento de las primeras lesiones en un lote es de alta importancia, ya que a partir de éstas nuevas y numerosas lesiones se forman, dado que cada esporangio es potencialmente capaz de producir una infección.
La producción de esporangios constituye la reproducción asexual del hongo y ocurre en forma repetida durante el tiempo que las condiciones climáticas se mantienen favorables para el proceso de infección. Bajo temperaturas mayores a 12ºC, los esporangios se comportan de manera diferente, esto es, fraccionan el protoplasma en su interior y cada fracción se diferencia en una espora con dos flagelos a los que se les conoce como zoosporas, las cuales se convierten en la unidad infectiva y pueden llegar a causar un efecto mucho más explosivo, basado en el número de éstas.
Los esporangios producidos en una planta infectada, inducen nuevas infecciones en otros foliolos de ramas de las mismas plantas o alejadas si el viento y otro factor de dispersión los muebles, ampliando el impacto de la enfermedad. Eventualmente en papas infectadas los esporangios pueden ser bajados (en una lluvia) hasta los tubérculos y causar severos daños a éstos, reduciendo o eliminando totalmente su calidad comercial. Experimentalmente se ha establecido que los esporangios pueden ser dispersados por el viento a diferentes distancias dependiendo de la humedad relativa y la temperatura; así bajo condiciones de nublados puede moverse por 20-30 kilómetros de su centro de origen y menos de un kilómetro si la humedad relativa es menor al 80%.
El clima es el elemento que condiciona el desarrollo de todos los seres vivos. P. infestans por tanto, responde a las condiciones del medio, especialmente a la temperatura y a la humedad; la temperatura óptima para este hongo son 18ºC, pudiendo variar de 5 a 28ºC.
En la zona Norte de Sinaloa el hongo se presenta causando daños aún a temperaturas tan elevadas como de 35 a 38ºC, avanzando con las neblinas de la mañana y el fresco de las noches, aunque sus esporas son inhabilitadas por el calor durante el día, razón por la cual no alcanza niveles amplios de distribución (Abril, mayo).
La humedad, en forma de agua libre sobre los órganos vegetales se requiere para iniciar el proceso infectivo por medio de los esporangios o las zoosporas, los cuales son sensibles a la deshidratación; en ausencia de agua libre, se requiere humedad relativa alta (de 90 a 100%), para mantener la capacidad infectiva de ambas formas de inóculo asexual.
Como señalábamos anteriormente, el clima condiciona la actividad de P. infestans, pero también la de las plantas hospederas del hongo y por consiguiente su interacción. Así por ejemplo, condiciones de alta humedad en el suelo provocan un fuerte “Stress” en las plantas de papa o tomate el cual reduce considerablemente su capacidad de transporte por medio de su sistema vascular, causando una reducción en el desarrollo y/o tolerancia a insectos plaga y enfermedades por la falta de vigor en las plantas. El fenómeno de predisposición a la enfermedad ha sido ampliamente estudiado en diversas regiones del mundo y ocupan atención especial como factores inductores, la humedad y la temperatura.
Si bajo nuestras condiciones se conjugan niveles óptimos de temperatura y humedad relativa, el tizón tardío puede desarrollar una velocidad de infección sumamente fuerte; sin embargo, esta velocidad puede incrementarse aún más si dichas condiciones permaneces constantes por tiempo prolongado.
Entre más largo sea el tiempo de acción del clima sobre esta relación (hongo-planta), los daños serán más destructivos. Por el contrario, cuando las condiciones de clima cambian súbitamente, tomándose uno de ellos adversos para la infección del hongo, la velocidad de la enfermedad decae y puede refrenarse parcialmente. Esto ocurre cuando desaparece la lluvia, los nublados y las temperaturas frescas o frías y hay un cambio a cielo despejado con temperaturas calientes y baja humedad relativa.
La susceptibilidad o tolerancia de los diferentes materiales comerciales, tanto de papa como de tomates es un factor de suma importancia en el desarrollo de epifitias de tizón tardío; en papa, existen en el mercado muchas variedades comerciales con un alto nivel de resistencia a la mayoría de las razas del hongo presente en algunas localidades del País, materiales que sin embargo en su mayoría, son poco aceptados por el mercado, por lo que la mayoría de la superficie que actualmente se siembra en el Norte del Estado pertenece a la variedad “Alfa”, la cual a pesar de su gran aceptación es altamente susceptible a P. infestans.
El hecho de tener grandes extensiones de terrenos sembrados con alfa, aumenta las posibilidades de una explosión de tizón tardío, ya que tomando en cuenta la velocidad de reproducción y agresividad del hongo y ante un clima favorable a éste, la alta presencia de sustrato susceptible hace factible un efecto destructivo y rápido, que en muchas ocasiones impide establecer programas de protección adecuados, en tiempo y forma.
En el caso de los tomates, puede decirse que no existen en el mercado materiales resistentes a este hongo, aunque si, cierto nivel de tolerancia en algunos; tolerancia que ante un buen manejo del problema, puede marcar la diferencia entre un efecto leve, con grandes posibilidades de recuperación, y un ataque arrazante.
Este fenómeno es entendible en función de la tendencia de la última década a dar prioridad a la calidad y al rendimiento en los programas de mejoramiento genético, viendo como renglón secundario es aspecto resistencia a enfermedades y a insectos plaga.
Sólo en los últimos años, las compañías semilleras internacionales y nacionales han vuelto los ojos hacia este renglón y han incorporado importantes niveles de resistencia en la mayoría de sus materiales a nematodos y algunos hongos del suelo que son causantes de marchiteces como Fusarium y Verticilium. Con el desarrollo de la Inglaterra Genética, se abre la posibilidad de obtener materiales resistentes a ésta y otras enfermedades igualmente importantes, como es el caso de los problemas de origen viral o bacteriano; de hecho, en algunas compañía ya han iniciado este programa con tomate y tizón tardío y es probable que en pocos años tengamos algunos materiales con la calidad y nivel de resistencia deseado, aunque es justo recordar que estos programas de mejoramiento deben de ser desarrollados en las zonas de influencia del patógeno, ya que tomando en cuenta su alta plasticidad genética, el hongo posee en esta zona un elevado número de razas fisiológicas y prácticamente todas ellas de tipo complejo.
Lo anterior obliga a establecer ensayos en todo el Estado y realizar las selecciones de germoplasma en la misma zona, sólo así puede definirse el nivel real de resistencia de cada uno de los genotipos expuestos al hongo y su futuro como materiales comerciales en una zona.
A ese aspecto, las plantas tanto de papas como de tomates presentan dos tipos de resistencia al tizón tardío, a saber: resistencia vertical o monogénica, que está dirigida contra razas específicas del patógeno y se debe a la condición hipersensible del protoplasma vegetal, causada por la presencia de genes mayores; y el otro tipo es la llamada resistencia horizontal, poligénica o de campo, cuyo principio es que cualquier raza del hongo puede infectar a la planta, pero tanto el nivel de infección como el de esporulación son reducidos y el daño es también bajo.
De acuerdo a lo anterior, sería deseable obtener variedades con resistencia vertical; sin embargo dada la gran variación genética del hongo, serían afectadas en corto plazo por alguna nueva raza, ya sea formada en la región o introducida. De hecho se ha visto que los materiales de papa con resistencia vertical ha sucumbido al ataque del hongo en el mismo año en que se han introducido a nivel comercial. Por tanto en la actualidad la tendencia es hacia la resistencia horizontal, ya que su dependencia de un mayor número de factores ofrece más estabilidad a los genotipos y menos probabilidad de pérdida sorpresiva; esto es importante considerarlo, debido a que según estudios realizados durante el ciclo 90-91, tenemos en el Norte del estado un número muy alto de razas del hongo, todas de tipo complejo.
Una vez establecidos los principios que determinan el desarrollo del tizón tardío, analizaremos en un artículo posterior cada uno de los eventos que se presentaron durante el ciclo 91-92, con el fin de dar claridad sobre las causas que motivaron la epifitia por tizón tardío en el Norte del Estado.
La temporada hortícola 91-92 inició en forma rutinaria con la planeación de etapas y preparaciones de terreno; así transcurrió Agosto, Septiembre y Octubre, con un cambio en las condiciones de clima el día 10 de Noviembre. El 12 de este mes comenzó a gestarse lo que sería después el temporal más severo en la historia de Sinaloa. Lo que inició el 12 de Noviembre alcanzó el climax el día 13 (un día después) ya que durante ese día y los tres días siguientes se desataron en el Valle del Fuerte las primeras y más abundantes lluvias de muchos años, con un saldo de daños a la agricultura en general y en particular a la horticultura, sumamente severos, por la inundación de lotes, recién sembrados o plantados.
El desbordamiento de drenes y canales, provocados por los fuertes caudales de agua que conducían y por su mal estado, incrementó los daños ocasionados, lo que repercutió tanto en el aspecto económico como en el social del Norte del Estado.
Con un compás de espera de algunos días que hacían parecer que el mal tiempo había terminado, el temporal arremetió de nuevo y del 22 de noviembre en adelante las condiciones de lluvia y nublados se estabilizaron, teniendo como consecuencia la paralización total de la preparación de terrenos y a una lucha sin cuartel contra los problemas sanitarios, en especial contra las enfermedades. De esta fecha en adelante, salvo pequeños lapsos gestores de falsas esperanzas, el clima lluvioso permaneció constante todo Diciembre, Enero y parte de Febrero, dejando como saldo, pérdidas totales en muchos lotes y parciales en otros, además de costos altísimos ante la lucha, muchas veces estéril, que se tuvo que enfrentar para medio salvar algunos lotes.
No hubo agricultor que saliera completamente ileso, sólo hubo, pérdidas y desocupación, por lo que el costo económico y social de esta temporada de lluvias difícilmente llegará a saber con certeza; aunque se habla de cientos de miles de millones de pesos.
Durante la segunda quincena de Noviembre, las condiciones de humedad relativa y temperatura comenzaron a conjuntarse para el inicio del “tizón tardío”, aunque normalmente la presencia de P. infestans se inicia en el transcurso de la segunda quincena de Diciembre y eventualmente en los días primeros de este mes. Ante la posibilidad de que el tizón tardío apareciera antes de las fechas usuales, iniciamos un monitoreo en lotes de papa y tomate a partir del día 16 de noviembre, con la suerte, o la poca fortuna, según se vea, de detectarlo el día 25 de Noviembre, en un lote de papa ubicado en las cercanías del Ejido 9 de Diciembre, sin descartar que algunos técnicos o agricultores hayan observado antes de esta fecha la presencia de las primeras lesiones de la enfermedad en sus lotes. Podemos decir, que las lluvias del 12 de Noviembre y posteriores, ayudadas por el clima fresco, aunque no frío de las noches, rompió la domancia (latencia) de las esporas de resistencia del hongo (oosporas), dando inicio la infección..
La seguridad de que el arranque del problema fue provocado por inóculo existente en el suelo y básicamente en forma de oosporas estriba en que todos los lotes (15), donde se localizaron primero lesiones de tizón tardío, fue en las hojas del primer tercio que estuvieron en contacto con el suelo y en su caso, en el cuello de la raíz. Este mismo proceso se dio en 15 lotes muestreados entre el 25 de noviembre y el 10 de diciembre, de los cuales 7 correspondieron a tomate y 8 a papa; e incluso en dos plantas de papa, se aisló a P. Infestans de pequeñas lesiones obscuras presentes en las raíces. En todos los casos anteriores, se utilizó el medio de cultivo selectivo chícharo-Agar-pimaricina, ph 6.9, de donde se transfirió a cajas petri con medio chícharo-Agar sólo para la confirmación de la especie.
Con el propósito de estudiar la tendencia de la incidencia del “tizón” se establecieron dos centros de observación: uno formado por un lote de papa variedad alfa, ubicado en las cercanías del Ejido Primero de Mayo y el otro, un lote de tomate del híbrido Gala, situado en la zona de Santa Rosa. En ambos lotes se señalaron 50 plantas escogidas al azar en cada una de las cuales se realizó un conteo de número de lesiones de tizón tardío por planta, obteniendo una media de incidencia de la enfermedad (%) en cada muestreo; la frecuencia de los muestreos fue semanal y éstos se iniciaron el 15 de Diciembre.
Lo que se observó fue que el tizón tardío fue incrementado gradualmente su incidencia durante la segunda quincena de Diciembre y alcanzó su nivel máximo en los primeros días de enero, estableciéndose y causando daños terribles y en muchos de los casos, destruyendo plantíos en pocas horas. Fue tal el impacto del hongo en muchas zonas del Norte del Estado, que aún gente con mucha experiencia en el manejo de problemas de este tipo, y agricultores con muchos años en el surco, no pueden comprender qué fue lo que pasó para que la situación alcanzara estos niveles.
Por lo anterior trataremos de dar una respuesta técnica que se soporte en información científica generada en nuestra zona y en los momentos adecuados, a las preguntas que andan aún flotando. En algunos momentos se ha querido dar respuesta sin fundamentos técnicos y con ello se ha incrementado, la desinformación sobre las verdaderas causas de la epifitia de tizón tardío del presente ciclo hortícola.
Al retroceder en el tiempo y analizar a fondo el problema del “Tizón Tardío” surgen varias interrogantes: ¿qué factores se involucraron para que el tizón tardío alcanzara los niveles de incidencia en esta temporada?; ¿Porqué se observó una fuerte reducción en la eficiencia de los funguicidas usados tradicionalmente en el control de la enfermedad? ¿Cuáles son las perspectivas del Valle del Fuerte con respecto al tizón tardío?
Trataremos de dar una respuesta técnica que nos lleve a entender lo sucedido y nos permita así mismo aprovechar esta experiencia para el futuro.
Efecto del Clima sobre la planta.-A partir del 22 de noviembre las condiciones climáticas fueron acondicionadas para un inicio temprano de la presencia del hongo. El rompimiento de la dormancia de las oosporas de P. infestans se inició poco después de la primera lluvia fuerte (12-13 de noviembre); los nublados posteriores y las lluvias intermitentes de estos días hicieron posible la aparición de focos de tizón tardío tanto en el Carrizo, como en las cinco unidades del Valle del Fuerte, incluso Culiacán.
Durante esos primeros días de lluvias, tanto en lotes de papa y tomates se paralizaron los trabajos que involucraban labores de desagüe para reducir en algo el efecto nocivo de encharcamientos. Los síntomas por la anoxia (falta de oxigeno), de las raíces, tales como amarillamientos, detención del desarrollo, aborto de flores y/o frutos, marchitez, etc., se hicieron presentes en la zona, ocasionando una fuerte predisposición a enfermedades de la raíz y del follaje.
Como consecuencia de la anoxia del sistema radical, el transporte vía xilema se redujo considerablemente, evitando con ello, el movimiento de nutrimentos y agua hacia las partes aéreas, lo que ocasionó la muerte de plantas en algunas zonas, o bien un detenimiento de su desarrollo.
El estado de saturación prolongado de humedad del suelo y la permanencia de nublados, provocó un nivel elevado de la humedad relativa casi en forma permanente, reduciendo la transpiración de las plantas y con ello, la posibilidad de transportar nutrimientos a las partes aéreas. El fenómeno de transpiración es un proceso que involucra la elaboración de agua en forma de vapor, por medio de las aberturas naturales de las plantas, especialmente estómas e hidátodos. Por medio de este proceso, las plantas pueden equilibrar su medio extremo tanto en lo que respecta a la temperatura como a humedad relativa.
El agua que las plantas requieren para realizar todas sus funciones se mueve a través de los haces vasculares (xilema), siguiendo un diferencial hídrico; así, entre más caliente es el exterior de la planta, la humedad relativa se reduce y por consiguiente, la transpiración se incrementa y con ello la absorción de agua por medio de raíces. En este movimiento de agua, se movilizan rápida y fácilmente los compuestos nutrimentales que la planta requiere para desarrollarse completamente.
Regresando a las condiciones de Noviembre, Diciembre y Enero, podemos entender la base del desarrollo de las plantas de lotes jóvenes, o el estancamiento de aquellos que se encontraban en etapas avanzadas, con la aparición de diversos síntomas de deficiencias, no por la ausencia de elementos en el suelo, sino por el bloqueo a que fue sometido el sistema radical, a través de las fuertes lluvias de “nuestro temporal”. Para entender plenamente los efectos señalados es necesario ver un detalle, el número de pulgadas de lluvia que tuvimos durante este tiempo.
El clima sobre el patógeno.- Las condiciones climáticas apropiadas para el desarrollo del hongo causante del “tizón tardío” se presentaron a partir del 16 de Noviembre, pero fueron rotas por la desaparición de los nublados y las lluvias hasta el día 22, fecha en que dichas condiciones se restablecieron en todo el Norte del Estado. Con la aparición de los primeros focos de tizón tardío en papas, se inició un programa de aplicaciones de funguicidas el cual no se detuvo sino hasta la segunda quincena de Febrero, en que se restablecieron los días soleados y cálidos.
Regresando al punto, el hongo tuvo no sólo condiciones favorables para su desarrollo, sino que éstas fueron sumamente prolongadas, lo que ayudó a que se produjeran un número elevado de generaciones de esporangios de P. infestans, los cuales dieron lugar a millones de unidades infectivas, que provocaron la explosión del tizón tardío en muchos lotes.
Usualmente, esta enfermedad desarrolla las diferentes fases del proceso infestivo en un tiempo puede variar entre 24 a 48 horas. Siendo un poco más explícito, el hongo desencadena varios eventos en la zona infectada de la planta, cada una de los cuales constituye una fase del proceso de infección; éstos eventos son:
El clima sobre la dispersión y estabilidad de la enfermedad.- La humedad relativa y la temperatura son factores que determinan el desarrollo de la enfermedad en donde la reproducción es una fase de proceso infectivo. Sin embargo, los esporangios no alcanzan su real valor infectivo si no son dispersados del sitio de su formación hacia lugares más o menos alejados, esto es, viento, lluvia, maquinaria, etc. Para que la dispersión sea impactante se requiere que la enfermedad se mantenga presentes por tiempo prolongado. Recordemos que durante diciembre de 1991 y Enero de 1992 se tuvieron condiciones muy estables para la infección de P. infestans, ya que los días que no llovió se mantuvieron nublados, lo que mantuvo tanto temperatura, como humedad relativa, en niveles adecuados. Este efecto pudo observarse tanto en tomate como en papa y apreciamos que bajo la influencia de los factores del medio la enfermedad se estabilizó a principios del mes de Enero causando una incidencia del 100% en los sitios de observación.
Es indudable que el clima tuvo además de los efectos biológicos citados, una actuación de suma importancia en los aspectos de supervisión y control.
En el medio agrícola, se ha malentendido y menospreciado la actividad de los supervisores de campo (técnicos), tal vez ocasionado por viejos vicios observados en las esferas oficiales responsables de la extensión y la divulgación agrícola, vicios por los cuales todos, o casi todos los técnicos de campo hemos sido históricamente señalados como ineficientes y por consiguiente, hemos sido mal pagados. Es verdad que en muchas ocasiones la apatía y la falta de profesionalismo de muchos técnicos de campo ha empujado esta vieja tesis, pero por fortuna, son la excepción y no la regla.
Al analizar el papel que jugó la supervisión como factor componente del problema tizón tardío, lo fragmentaremos en sus partes para entender en forma crítica las fallas que ayudaron a la explosión de la enfermedad.
Detección del problema.- El técnico de campo debe tener siempre en la mente los problemas que enfrentarán sus cultivos a través de todo su desarrollo, conociendo en detalle la problemática de cada estado fenológico. Si este conocimiento existe, el técnico sabrá de qué, cuándo y cómo debe de cuidarse y actuará en consecuencia.
La detección de un problema se determina por el éxito o fracaso de un programa de control; es decir, si el problema se detecta az tiempo, en sus inicios, se tendrá una gran posibilidad de controlar el patógeno, mientras que lo contrario ocurrirá si dicho problema es observado en una fase avanzada.
En el caso específico del tizón tardío, el monitoreo debe iniciarse cuando las condiciones de humedad relativa y de temperatura aptas para el desarrollo de este patógeno se conjunte. Esto generalmente ocurre después de la primer lluvia fuerte de otoño o de invierno (ya sea que se adelante o retrase); esto es importante porque años atrás considerábamos que bastaba un riego pesado para activar las osporas dormantes en el suelo, lo que fue desechado en observaciones realizadas por el autor de 1990 (no publicado), en donde se estableció que el arranque de la infección se da sólo cuando las condiciones de humedad de suelo y de humedad relativa son elevadas, lo que se da sólo cuando se tiene una lluvia mayor de una pulgada y nublados por cuando menos 50 horas seguidas.
La búsqueda de las primeras lesiones debe iniciarse después de 48 horas de condiciones aptas para tizón, dirigiendo la atención al cuello de las plantas, o al follaje que está en contacto con el suelo, debido a que es allí donde se realizan las primeras infecciones.
En lotes de papa o de tomate que están cerca de otros lotes con estos mismos cultivos deben observarse también las partes aéreas, ya que es factible tener primero infección en los foliolos del tercio superior que en el inferior, debido a contaminaciones de los lotes vecinos por medio de esporangios producidos en etapas más viejas. Esto ocurre con frecuencia en lotes que nunca han sido sembrados con estas solanáceas y por consiguiente sus suelos no están contaminados con esporas de resistencia de P. infestans.
Al final de cuentas, el monitoreo de cada lote lleva la intención de establecer su situación con respecto a la enfermedad; es decir para planear adecuadamente la estrategia de control. Este objetivo fue cumplido sólo en mínima parte durante la temporada 1991-92 ya que los técnicos somos poco metódicos y no nos gusta caminar mucho dentro de los lotes, lo que limitó la posibilidad de detectar a tiempo la presencia del hongo. Si a esto le sumamos que a partir de las lluvias del 11 al 13 de noviembre los campos se hicieron inaccesibles, muy pocos fueron los técnicos que mantuvieron vigilancia constante sobre sus lotes, detectando el “tizón” ya en niveles importantes de incidencia.
Supervisión de las aspersiones.- Una vez definida la estrategia a seguir, es determinante vigilar de cerca la aplicación de los productos seleccionados, tanto en tiempo como en forma: es decir, debe definirse con claridad cuándo hacerla y cómo hacerla. Ambos aspectos son determinantes, para los buenos resultados que se desean, pero sólo estando el técnico RESPONSABLE presente puede alcanzarse esta meta. La obligación de hacer las aplicaciones en el momento justo, sin argumentar problemas con el tractor, aspersora, gente, bombas o avión, recae en quien lleva encima el peso de la responsabilidad; ese es el técnico.
Igualmente, la determinación de cómo hacerlo es responsabilidad absoluta del técnico encargado del campo; así, debe checar que la aspersora esté bien calibrada, que el cubrimiento sea adecuado, que la gente (cuando se aplique con mochilas), no corra y haga una buena aplicación, checando su gasto de agua por hectárea y con ello la dosificación establecida; debe vigilar que el avión sea cargado adecuadamente y que la altura del vuelo y el cubrimiento logrado sea el deseado.
Estos aspectos pocas veces son atendidos personalmente por los técnicos y su ejecución recae en cuadros inferiores de mando, como mayordomos, jefes de lote o de cuadrillas, los cuales pueden tener la mejor voluntad de ayudar, pero su falta de visión para calificar la peligrosidad potencial de este problema (y muchos otros), provoca que se realicen aplicaciones deficientes que conllevan a controles deficientes.
Cuando hablamos de P. infestans debemos de tener siempre en la mente su alta capacidad de reproducción y su gran velocidad de infección, lo que nos debe enseñar que no debemos perder tiempo en las aplicaciones ni arriesgarnos a perder eficiencia en éstas, debido a que esto puede provocar la pérdida de lotes enteros.
Siendo autocríticos. ¿Cuántos técnicos del Valle del Fuerte vigilaron estos aspectos? En base a la experiencia de los años que llevo dentro del campo de las hortalizas, puedo decir que son sumamente pocos los técnicos que celosos y concientes de su responsabilidad ante su Empresa, vigilan de cerca la ejecución de lo que con cuidado fue planeado por esos mismos.