El cultivo de chile (Capsicum annuum L.) es una de las principales hortalizas sembradas en México y, al igual que las demás, es severamente atacada por diferentes agentes fitopatógenos. Entre éstos se encuentra el hongo Phytophthora capsici Leo que provoca la marchitez; el nematodo Nacobbus aberrans Thorne y Allen que genera el agallamiento radical; así como diferentes virus que son causantes de enfermedades conocidas como virosis. Debido a que estos problemas fitosanitarios originan pérdidas de gran consideración para los productores de chile, se planteó la presente investigación con los siguientes objetivos: a) Integrar una serie de estrategias que permitan el manejo simultáneo de la marchitez, agallamiento radical y virosis en el cultivo de chile; b) Determinar la factibilidad económica de las estrategias probadas.
El trabajo se estableció en dos localidades: Santa Rosa, Puebla y Montecillo, Estado de México. Las estrategias de control establecidas fueron la incorporación de gallinaza, plástico transparente de doble capa y negro empleados durante un período de solarización y dejándolo como acolchado o retirándolo. Además se incluyó la asociación de cultivos (chile y cempasúchil en relación 3:1 en el mismo surco), con lo cual se diseñaron los siguientes tratamientos:
Para la evaluación de los experimentos se registró la temperatura del suelo, población de N. aberrans y P. capsici, incidencia de marchitez y virosis, poblaciones de bacterias y hongos en el suelo y la producción de frutos de chile y flor de cempasúchil.
Los resultados obtenidos indicaron que en las diferentes profundidades consideradas en este trabajo, se encontró variación en las temperaturas del suelo de acuerdo al plástico utilizado y a la profundidad en que se determinó la temperatura, en que se determinó la temperatura, observando también que, a mayor profundidad, la diferencia en temperatura entre tratamientos fue menor.
Se encontró también que a pesar de cubrir el suelo e incorporar alguna enmienda orgánica, la temperatura alcanzada a profundidades mayores de 18 centímetros pudiera no ser modificada y, por lo tanto, no tener efecto sobre los agentes patógenos; tal situación debe considerarse al momento de elegir esta estrategia de control de fitopatógenos del suelo.
Por otro lado, y de acuerdo con los resultados obtenidos en las dos localidades, los tratamientos de solarización del suelo en combinación con incorporación de gallinaza redujeron considerablemente las poblaciones de N. aberrans y P. capsici, a pesar de que la temperatura alcanzada a los 5 cm de profundidad no rebasó los 42 ºC; esto sugiere que con la combinación de estrategias diferentes al control químico se pueden lograr mejores resultados con un menor costo ambiental.
La sola incorporación de gallinaza al suelo no redujo el nivel de inóculo de N. aberrans; sin embargo, esto no necesariamente indica que no tuvo algún efecto negativo, ya que el amoniaco junto con otros compuestos tóxicos que se liberan durante su descomposición pudieron haber tenido un efecto nemastático más que nematicida. En el caso de P. capsici los resultados sugieren que la gallinaza sí tuvo cierto efecto sobre el hongo, puesto que el inóculo no se incrementó como ocurrió con el testigo; tal resultado está en concordancia con lo reportado por otros investigadores.
La estimación de las poblaciones en el suelo de bacterias y hongos que se realizó al final del ciclo del cultivo, indicó que las poblaciones de bacterias (total y fluorescentes) fueron más altas solamente en aquellos tratamientos en que se mantuvo el plástico como acolchado; sugiriendo que la presencia del cempasúchil y la incorporación de gallinaza para estas fechas, no influyeron de manera evidente a las poblaciones de bacterias. En contraste, las poblaciones de hongos se incrementaron de manera significativa en todos los tratamientos (de 316.1 a 635.5 % con respecto al testigo) independientemente de que el suelo haya estado o no acolchado; tal resultado conduce a especular que, en este caso, la fracción de gallinaza con mayor refracción a la descomposición quizás favoreció el incremento de la flora fungosa. El incremento de la biota del suelo pudo haber ejercido cierto efecto antagonista sobre los fitopatógenos y/o promovido un mejor desarrollo del cultivo por la presencia de rizobacterias promotoras del crecimiento.
Durante el ciclo del cultivo, el acolchado o arropado del suelo con ambos tipos de plástico redujo en mayor o menor grado el inóculo de P. capsici y del nemátodo; en cambio, el cempasúchil (G+Ch-C 3:1) mostró cierto efecto solamente sobre el nemátodo. En general, el mejor control de ambos patógenos siempre se tuvo con los tratamientos en los que el suelo permaneció arropado con el plástico (negro o transparente) durante el ciclo del cultivo.
La reducción en la incidencia de la marchitez obtenida con los diferentes tratamientos siempre estuvo más o menos relacionada con el impacto que las estrategias de manejo tuvieron sobre el inóculo de P. capsici.
Con respecto a la virosis, el acolchado con plástico fue la estrategia con la que se obtuvo la menor incidencia, lo que en gran medida se explica por su efecto de repelencia a insectos vectores de virus. No obstante, no podemos descartar a priori la posibilidad de que las plantas de chile bajo el sistema de acolchado, al desarrollarse en ambiente más estable y por consiguiente estar menos sujetas a estreses, pudieran no manifestarse síntomas de virosis aun cuando tengan el virus; esto pudo haber contribuido a un menor registro de plantas con síntomas de virosis. De hecho se tiene evidencia de que la nutrición de la planta puede ser un factor determinado con la expresión de síntomas en plantas inoculadas con virus. La asociación de cempasúchil con chile también resultó en cierta reducción de la virosis; en trabajos previos, la presencia de plantas de cempasúchil se ha relacionado con menores poblaciones de insectos vectores de virus y menor incidencia de plantas con síntomas de virosis. La combinación acolchado, más asociación con cempasúchil, redujo en mayor grado la virosis en chile.
El mayor rendimiento y mejor calidad de fruto de chile no se relacionó de una manera directa con las mayores reducciones de N. aberrans y P. capsici, y de marchitez y virosis. Los mayores rendimientos fueron obtenidos con los tratamientos de acolchado con plástico negro, aún cuando éstos en general no fueron los más destacados en cuanto al control ejercido sobre los patógenos aquí estudiados. A este respecto, Zavaleta-Mejía (1996) ha expresado la idea de que la estrategia de declarar una “guerra sin cuartel” a los patógenos, quizás no ha sido la más adecuado, y que probablemente sea más conveniente manejar al hospedante y su microambiente, de tal forma, que se le proporcionen condiciones óptimas para que exprese su máximo potencial metabólico y fisiológico; así entonces pueda tolerar y/o resistir la actividad patogénica del parásito y que a pesar de la presencia de éste, el cultivo produzca satisfactoriamente y en consecuencia no impacte la economía del agricultor.
El análisis económico indicó que los tratamientos con mayor tasa de retorno marginal y mayor residuo fueron G+Ch+PN ($39.34 y $54,304.40, respectivamente) y G+Ch-C 3:1 + PN ($8.10 y $32,830.40, respectivamente).
Desde el punto de vista del beneficio económico inmediato, la mejor opción para el productor es el tratamiento sin asociación con cempasúchil (G+Ch-PN); sin embargo, en el largo plazo, es posible que la asociación con cempasúchil pueda redituar beneficios económicos similares, dado que con la incorporación de sus residuos al suelo, por un lado, se pueden reducir las poblaciones y el daño ocasionado por nemátodos agalladores como se ha demostrado y, por el otro lado, mejorar las condiciones fisicoquímicas del suelo, lo que puede redundar en un mejor desarrollo de los cultivos. Es decir, además del beneficio económico se tendrían beneficios ambientales.
Los resultados obtenidos en el presente estudio indican que la estrategia de combinar la incorporación de gallinaza al suelo, solarización y acolchado con plástico negro, con o sin la asociación de cempasúchil, permitió manejar simultáneamente el agallamiento (N. aberrans), la marchitez (P. capsici) y la virosis en el cultivo de chile y obtener rendimientos altamente redituables desde el punto de vista económico.
* El autor es profesor e investigador de la Facultad de Agronomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa